Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 4 ago.— El Inglesito, así llamaban a Henry Reeve, ese valeroso soldado internacionalista norteamericano que llegó a Cuba un día de 1871 para incorporarse a la lucha independentista, llegando a alcanzar los grados de General de Brigada, perdiendo la vida en un combate cerca de Cienfuegos el 4 de agosto de 1876, cuando solo tenía 16 años de edad y había acumulado una brillante hoja al servicio de la Revolución.
Reeve, nació en la ciudad de New York el 4 de abril de 1850 y participó en la guerra de su país donde acumuló una vasta experiencia militar, viajó a Cuba uniéndose a las tropas del Mayor General Ignacio Agramonte en Camagüey, llegando a ser su Lugarteniente.
Henry Reeve participó en decenas de combates donde descolló como guerrero y estratega y fue uno de los que al mando de Agramonte, ejecutaron el célebre rescate del Brigadier Julio Sanguily, arrebatándoselo de las manos a una poderosa columna española que lo conducía prisionero.
Varios días después de la muerte del Mayor Ignacio Agramonte, Henry Reeve atacó una guerrilla de voluntarios a la cual le causó varias bajas y después de tomar Máximo Gómez el mando de Camagüey le asignó al Inglesito la dirección de una caballería de 100 jinetes que fue pronto muy respetada por los españoles. En 1973 fue ascendido a Teniente Coronel.
En un ataque a la localidad de Santa Cruz del Sur, el 28 de septiembre de 1873, Reeve resultó herido de gravedad en la pierna derecha la cual le fue amputada. A principios de 1875 ya con el grado de General de Brigada el Inglesito asumió el mando de Camagüey, con una fuerza cercana al millar de hombres realizando una activa campaña en esa región caracterizada por su gran movilidad.
El 4 de agosto de 1876, en el Combate de Yaguaramas, cerca de Cienfuegos, Henry Reeve cayó enfrentando a los colonialistas españoles, cuando sólo tenía 26 años de edad y era uno de los más jóvenes generales del Ejército Libertador.
142 años después de su muerte, el nombre de Henry Reeve, un hijo del pueblo norteamericano, constituye un símbolo de la solidaridad de Cuba expresada en la Brigada Médica que lleva su nombre, un destacamento de profesionales y trabajadores de la salud que ha salvado ya miles de vidas en lugares como Pakistán, Indonesia y Haití, entre otros países y que está dispuesta siempre a partir para donde sea necesario para brindar su noble labor que es el mejor homenaje que se le puede rendir a este soldado hijo del pueblo norteamericano.
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