Plaza de la revolución

Plaza de la revolución
Plaza de la revolución

viernes, 18 de octubre de 2013

Elencos santiagueros derrotaron a Camagüey en segunda subserie de la LSB

Los equipos de Camagüey en uno y otro sexo no pudieron sonreir como visitantes ante Santiago de Cuba en lo que fu su inicio de la Liga Superior de Baloncesto. Un resumen de lo acontecido en esta subserie les llega desde la sede.

Hacer la enseñanza de la historia más atractiva

En la Ciudad Escolar 26 de Julio desde hace varios años la enseñanza de la historia tiene matices diferentes, la llaman aula museo. Este proyecto educativo es atendido por maestros y y especialistas que desarrollan programas de estudio de la historia novedosos y atractivos

Declaran droguería Centro 9no. Congreso de la FMC

El cumplimiento de cada paso en el recibo, almacenamiento y respaldo de los medicamentos hasta llegar a las diferentes instituciones de salud y otros destinos previstos avalan al colectivo de la Unidad Empresarial de Base comercializadora de Medicamentos Santiago

Transportación masiva en Santiago: realidades de la espera en parada

Por Israel Hernández Planas

A la espera de los ómnibus urbanos miles de santiagueros llenan las paradas cada mañana, mediodía y tarde. Por espacios de tiempos que no bajan de la media hora muchos miran el reloj con deseos que las agujas detengan su marcha pero el tiempo es implacable, saben que volverán a llegar después de la hora pactada.

Siempre he escuchado decir con toda razón que años de explotación ininterrumpidas y las carencias impuestas por el bloqueo económico han hecho su mella en la transportación masiva de pasajeros en Cuba entera, pero en Santiago de Cuba esta problemática adquiere mayor connotación toda vez que se trata de la segunda provincia de mayor población en el país.

Solamente por la ciudad circulan más de 500 mil personas y cada una busca desplazarse diariamente de un Punto A a un Punto B. Para ello la ciudad demanda unos 300 ómnibus y hoy tan sólo poco más de 80 suplen la inmensa necesidad de transportación en toda la urbe. De ahí que no sea extraño que el sector privado con sus equipos haya contribuido al traslado de unos 30 millones de pasajeros al cierre del mes de agosto.

Sin embargo la reflexión de este escrito está encaminada al sector estatal de la transportación, a ese que pertenece a todos porque los ómnibus no son de los directores de empresas, ni de choferes, ni de un individuo en particular.

Hoy no es extraño llegar a la Base de Vista Alegre y encontrar alguna guagua en espera de algún recurso material porque fue dañada por alguna indisciplina social. Cristales que faltan, juntas de puertas, espejos retrovisores son algunas de los talones de Aquiles de algún equipo suficiente para mandarlos a la base por un tiempo y afectar así laransportación de miles de santiagueros. Recordemos que se trata de unos de los sectores altamente subsidiado por el Estado Cubano que conoce de la necesidad

indiscutible para el desarrollo de la sociedad, no debemos olvidar que los que se transportan van a los centros de producción y servicios, además de las escuelas. Para que se tenga una idea de la importancia del cuidado de cada uno de los vehículos aquí les dejo un dato ilustrativo: un ómnibus articulado le cuesta al Estado más de 200 mil dólares.

Hoy la falta de piezas de repuestos en muchas bases, la falta de educación a la hora de transportarnos y ciertos usos indebidos de la técnica por parte de varios choferes suelen ser comuniones perniciosas para el servicio de transportación.

Por ello apelar al cuido de cada uno de los medios de transporte que hoy engrosan el parque de vehículos en Santiago es una necesidad imperante y asunto común de todos. A fin de cuentas, cada día volveremos a las paradas a esperar el ómnibus que nos lleve a al trabajo, a la escuela o a casa y será el medio para que conductores y personal de transporte lleven su salario al hogar. Por eso es asunto de todos.

En La Higuera nació San Ernesto

Por Cary Franco Vega
                                                                                                                                                             
A 46 años  del asesinato de Ernesto Guevarra, el Guerrillero Heróico, es símbolo que continúa animando  la rebeldía y da vida a la esperanza.

“Para la libertad sangro, lucho pervivo” . Este verso que inicia uno de los memorables poemas del escritor español Miguel Hernández definen muy bien el sentido  que dio a su vida Ernesto “Che” Guevara uno de los hombres más legendarios del siglo 20.

Pertenezco a una de las primeras generaciones de cubanos que comenzamos a crecer con la expresión “Seremos como el Che”. Y no fue esta una simple frase, al menos para la mayoría, de ello doy fe. La escuela, los padres y la sociedad, se encargaron de que aprendiéremos los relatos y las hazañas del heroico guerrillero, nacido en la ciudad de Rosario en Argentina, y desde entonces el hombre se fue convirtiendo en  inmortal.

No hay dudas que recitar en matutinos y actos públicos poemas como el de Mirta Aguierre, “Canción antigua al Che Guevara”, o “Ché Comandante”, de nuestro poeta nacional Nicolás Guillén, nos afirmaba la idea de su estatura moral y su permanencia entre nosotros. Lo mismo sucedía cuando cantábamos a coro “aquí se queda la clara la entrañable transparencia de tu querida presencia comandante Che Guevara”, canción “Hasta siempre” del trovador Carlos Puebla, que confieso aún hoy me conmueve.

Para descubrir el hombre detrás de mitos convincentes fueron los testimonios gráficos donde el Che
aparecía con mocha en medio de un cañaveral, al timón de un tractor en un campo de caña, estibando sacos en un almacén, o con  sus manos llenas de cemento colocando bloques en una construcción. Imágenes que hablaban por si mismas de la modestia de un hombre, que después del triunfo revolucionario de Enero de 1959 no se limitó a cumplir las funciones de gobierno que se les encomendaron.

Y como si no bastara allí estaba Che, aquel 23 de noviembre de 1959 haciendo realidad el primer llamado a realizar jornadas de trabajo voluntario, (labor que según sus consideraciones se realizaban fuera de las horas normales de trabajo sin percibir remuneración económica adicional). Mostraba su capacidad de entrega y con su modesto ejemplo lo que había que hacer para avanzar la sociedad hacia el futuro.

En algunas fotos, le vimos junto a sus 5 hijos. Hoy desde mi experiencia familiar, imagino cuan difícil debe haber sido para el Che, como esposo y más aún como padre prescindir por temporadas de la compañía de su mujer Aleida y de la cercanía de sus niños, Hilda, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto, y de no poder estar presente día a día en el crecimientos de sus pequeños. Es obvio que su intenso quehacer debió imponer limitaciones en cuanto a su presencia física.

Porque aquí dejó “lo más querido entre mis seres queridos”, así lo escribió en la carta de despedida que dirigiera al Comandante Fidel Castro, y que el líder de la Revolución Cubana hizo pública el 3 de octubre de 1965.

Existen abundantes fotografías suyas pero hay una muy especial, esa que aún hoy recorre el mundo y que fue tomada por el cubano Alberto Korda, durante el acto despedida del duelo de las víctimas del sabotaje al barco francés La Coubre el 5 de Marzo de 1960. Su expresión serena, visionaria lo descubre hombre y a la vez lo eterniza icono.
 
Siempre supe que  el 8 de octubre de 1967 había sido herido en combate en la Quebrada del Yuro y el 9 de octubre asesinado en el pueblo de Higuera, en Bolivia. No tuvimos su cadáver, no hubo entonces funeral. Lo disimularon bajo tierra, lo escondieron y no se supo en que bosques o páramos, bajo que tierra pretendieron hacerlo silencio.

Pero su luz no fue menos alta y lo dimensionamos como hombre inmortal e imperecedero. Quisimos y alimentamos la leyenda, el mito y porque no, lo imaginábamos vivo, bajo la más inverosímil apariencia luchando por la libertad de un pueblecito cualquiera perdido en la geografía continental.

Mientras que en La Higuera nació San Ernesto, los pobres de la tierra, esos por los que echó su suerte, esperan tal vez que le conceda el milagro, una vida nueva. En la escuelita, donde permaneció prisionero antes de que le asesinaran, desde entonces nunca faltan  flores y velas.  Esos lugares se han convertido en místicos santuarios.

En 1997, el 28 de Junio llegó la información, me cuento entre los que la noticia de que un grupo de expertos cubanos y argentinos descubrieran una fosa común en Valle Grande, Bolivia con sus restos y los de otros  guerrilleros, nos enfrentó por primera vez a la certeza: allí estaban sus huesos, el hombre real había muerto. Pero el símbolo continuaba animando la rebeldía y daba vida a la esperanza.

Luego se recibieron los restos mortales que el 17 de octubre de 1997 fueron trasladados a un monumento en la Plaza que lleva su nombre “Ernesto Che Guevara”, en la ciudad de Santa Clara donde descansan actualmente.

Hasta allí llegué una mañana del 2003. En el monumento está prendida la luz de la llama siempre eterna. Le acompañan casi todos sus compañeros de la guerrilla boliviana.

Parece que guardan filas, están en la misma posición que lo dispuso en campaña: ofensiva, vanguardia, retaguardia. Y aquí se avivó el recuerdo y como uno de esos milagros creí escuchar: "firme la voz que ordena sin mandar, que manda compañera, ordena amiga, tierna y dura, de jefe camarada"

Ante su rostro a relieve dejé un ramillete de  mariposas, lo traje del indómito oriente, porque es flor que brotó desde siempre para guardar secretos libertarios y se que puso aroma a sus tenaces pasos por ríos rebeldes en  la Sierra Madre.

Y allí te invoque: “Che, Comandante amigo”, de tu carne talada crecen nuevos brazos y nuevas piernas, porque “como árbol  talado, retoñas, aún tienes la vida.

Catar un vino es más que poder distinguir los sabore

Por Brita Garcia Alberteris

Siempre recuerdo la cultura que me inculcaron mis padres. En todos los aspectos de mi vida su inteligencia ha influido muchísimo. El pasado 30 de septiembre mi padre cumplió 50 años y decidió, entre otras cosas por supuesto, celebrarlo con una botella de vino TORNÉS, semidulce que compró en la tienda Casa del Vino de Plaza de Marte. Su olfato y sentido del gusto no esta tan desarrollado como el de los excelentes catadores que tenemos en la provincia, pero mi padre, me enseñó que beber un buen vino es calidad de vida.

Y la calidad máxima para catar un vino se alcanza luego de mucho esfuerzo y trabajo continuado. Los vinicultores deben, para llegar a la creación de vinos con excelencia, ser buenos catadores, no sólo conocer las cantidades de sustancias a mezclar o el momento exacto de cortar la uva cimarrona. Así que los seis clubes de vinicultores que existen en la provincia decidieron auspiciar el Taller de Cata que desde el 11 y hasta el 13 de octubre estuvo sesionando en Villa Trópico.

Productores y catadores de siete provincias del país conocieron que las normas cubanas para evaluar la sensibilidad gustativa de los catadores han cambiado. Antes existían cuatro sabores, ahora son seis; a los conocidos salado, dulce, ácido y amargo se suman el umami y el metálico. Descritos por la especialista del Centro Nacional de Inspección de la Calidad (CNICA) Amada Alcolea, como esenciales en la composición del vino. El umami sabe a caldo de pollo o jamón, como diría el catador Yordanis Rey Quiros, de Camagüey.

Más que aprender cómo se cata un vino, fue excelente escuchar a Noel Morales, Presidente de la Asociación Nacional de Vinicultores. Este campechano descendiente de canarios aplatanados en Cuba, posee una excelente producción de vinos de todas las frutas: naranja, guayaba, fruta bomba, tamarindo, cereza, piña, ciruela china o carambola y hasta de la corteza del mangle. Con los presentes compartió algunas experiencias: “El mejor vino cubano es el de guayaba. Y si se hace con el dulce de casquitos queda mejor. La cocción de la fruta permite buen bouquet al inicio y al final, brindándole un excelente aroma. Uno de los secretos que utilizo para el vino de fruta bomba es incluir una guayaba en cada botellón, esto acentúa el sabor inicial.”

En este intercambio se bebió por supuesto vino santiaguero, producido en las casas de personas que en sus tiempos libres se dedican a cultivar el arte de crear vinos, legado por las culturas europeas más antiguas y traído a Cuba por los españoles.