Santiago de Cuba, 29 jun.— La
circulación ferroviaria a través de la doble vía, que a lo largo de 74
kilómetros de la línea central enlaza a esta ciudad con el poblado de
Alto Cedro, en el municipio holguinero de Cueto, quedará totalmente
restablecida antes del 26 de Julio próximo.
Calificada por el
ministro de Transporte, César Arocha Macid, como el regalo de los
ferroviarios al aniversario 62 de la gesta del Moncada y los 500 años de
la fundación de la villa santiaguera, la recuperación tiene lugar tras
permanecer cerrados durante 12 años los cerca de 13 kilómetros de la
carrilera no. 2, entre Mella y Alto Cedro.
Ledysbán Morales
Sanchidrián, director nacional de Vías Férreas, de la Unión Nacional de
Ferrocarriles de Cuba, explicó a Granma que por tratarse de la mayor
doble vía de la línea central (la otra con 12 kilómetros se encuentra a
la salida de La Habana), su rehabilitación había sido aprobada en el
Programa de Recuperación del Ferrocarril Cubano.
“No obstante
—agregó—, ante la magnitud de la falla registrada en el terraplén se
imponía un significativo volumen de recursos, y cuando ya contábamos con
ellos surgió la modernización del puerto del Mariel, de ahí que fuese
necesario concluir la primera parte de esa importante inversión, antes
de acometer esta intervención”.
Debe tenerse claro que el
anhelado propósito no admitía ningún tipo de improvisación, pues su
objetivo de permitir el cruce a altas velocidades sin necesidad de
paralizar tren alguno en los carriles paralelos, requiere la seguridad
máxima que solo pueden garantizar un personal experimentado y las
máquinas especializadas.
En espera de ese momento, previamente
fue reparada la carrilera no. 1, pues como única en operación debía
soportar la circulación de los trenes de pasajeros Habana-Santiago,
Habana-Guantánamo, Santiago-Santa Clara, y Guantánamo-Holguín, así como
el considerable movimiento de formaciones de carga.
UNA VÍA DE EXCELENCIAPara
constatar la complejidad y trascendencia del empeño, resulta
imprescindible abordar un motor de línea en la estación de Alto Cedro y
desplazarse no menos de ocho kilómetros por la vía recién reconstruida,
un poco más allá del poblado de Mangos de Baraguá, donde resta por
culminar la parte más crítica de todo el trayecto.
A bordo del
pequeño carro de trabajo, llamado popularmente “chispa”, la ingeniera
Yrenes Hernández Rodríguez, directora de la UEB Vías y Puentes, en la
provincia, refiere que el bajo manto freático característico de la zona,
llegó a provocar desniveles, hundimientos y hasta inundaciones en la
doble vía.
“Realmente —precisa—, la circulación se hizo muy
insegura, con frecuencia se producían descarrilamientos de coches de
viajeros y trenes de carga, lo cual obligaba a mantener permanentemente
una brigada de seis o siete reparadores, y en algunos casos requerir del
tren de auxilio con grúa y equipos especializados”.
Ahora, a la
vista de todos, se aprecia una vía de excelencia, donde lamentablemente a
causa de los constantes aguaceros de estos días no podemos graficar el
abnegado bregar de Yoeny Pozo, José Camué, Esteban Martínez, Ariel
Sánchez, Eduardo Ramos, Esteban Torres, Manuel Yópiz, y sus demás
protagonistas.
Según Richard Socarrás Lago, jefe del
santiaguero distrito de vías férreas San Luis, junto a sus más de 60
operarios sobresale igualmente el esfuerzo de 26 combatientes del
Ejército Juvenil del Trabajo en esas duras jornadas de alrededor de diez
horas, que han contribuido a adelantar el cronograma de ejecución.
“Aquí
no hay sombra ni para un lagarto —refiere—, pero nada detiene la
reconstrucción capital de la carrilera, que en unos 1 600 metros de
largo demandó profundizar metro y medio con buldózer, y luego rellenar
con rajón de voladura y una base pétrea fina, antes de conformar el
terraplén y tender las secciones de vías”.
Precisamente, en 120
metros localizados en el centro de ese segmento, es donde en estos días
debe decidirse el combate final de la doble vía, justo en una
alcantarilla que requiere la reconstrucción de la cuneta, para el
escurrimiento de la abundante agua reinante y la posterior construcción
del terraplén.
Del resto se encargarán Lázaro Maure Aguilera, y
su brigada de máquinas especializadas de la Empresa Constructora de Vías
Férreas, de Villa Clara, integrada además por Alberto García, Iván
Rodríguez, Javier Martínez, Pedro Martínez y Ladislao Ramos, quienes
tienen a su cargo la validación de la calidad de la obra.
“Las
máquinas —expone Maure Aguilera—, están dotadas de tecnología de punta
para la verificación con precisión milimétrica de los parámetros de
alineación, calzado, nivelación y ajuste en la vía, que permitan
determinar si cumple las exigencias para desarrollar con seguridad
absoluta la velocidad de diseño”.
Sin duda, se trata de una obra
para el presente y el futuro, cuyo beneficio actual en la rapidez y
seguridad de las operaciones ferroviarias, y la incidencia en el
mejoramiento perspectivo del parque de coches de pasajeros y el
desarrollo tecnológico del puerto de esta ciudad, justifican la
inversión.
En reunión operativa en el coche comedor de la brigada
ubicada en los históricos Mangos de Baraguá, Morales Sanchidrián fue
categórico: Nada nos puede atrasar, tenemos las secciones de vías,
traviesas, juntas, piedra, y en especial contamos con ustedes y los
compañeros del EJT.
Sus últimas palabras quedaron para ser las
primeras en memorizar: “A la calidad hay que añadirle la cultura del
tramo con la recogida de restos de tornillos, de traviesas, de la piedra
sobrante, con la limpieza manual en general. Esto es un regalo y tiene
que quedar bueno y bonito, como se lo merece Santiago de Cuba”.