Plaza de la revolución

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domingo, 15 de abril de 2012

Reflexiones del compañero Fidel: Realidades edulcoradas que se alejan

Tomado de Cubadebate

Me asombró hoy escuchar el discurso de José Miguel Insulza en Cartagena. Pensaba que quien hablaba en nombre de la OEA, se ocuparía al menos de reclamar el respeto a la soberanía de los países de este hemisferio que a lo largo de siglos fueron colonizados y cruelmente explotados por las potencias coloniales.

¿Por qué no dijo una sola palabra sobre las Islas Malvinas ni exigió el respeto de los derechos soberanos de la hermana nación Argentina?

La Cumbre de Cartagena tiene escenas que no serán fáciles de olvidar. Es cierto que la misma implicó un enorme esfuerzo. A pesar de las horas transcurridas no tenemos idea de lo ocurrido en el almuerzo con que Santos intentó reponer el colosal desgaste de energía que los participantes invirtieron en esa cita.

Para quien resulte entretenido, pocas veces en su vida tendrá oportunidad de ver los rostros de más de 30 líderes políticos enfrentados a las cámaras de televisión, desde que se bajaban del carro, hasta que en un heroico esfuerzo final tras vencer el largo y alfombrado pasillo, ascendían los diez o doce escaloncitos a la altura del escenario donde sonriente y feliz los esperaba el anfitrión. En eso no valía juventud, edad, pies planos, rótulas operadas o dificultades en una o las dos piernas. Estaban obligados a seguir hasta la cúspide. Ricos o pobres debían cumplir el ceremonial.

Curiosamente Obama fue el único que aprovechó ese trayecto para hacer un entrenamiento deportivo. Como iba solo le resultó más fácil: adopto una pose deportiva y subió los escalones trotando.

Las mujeres, como acompañantes o Jefes de Estado, son las que mejor lo hicieron. Una vez más demostraron que las cosas en el mundo marcharían mejor si ellas se ocuparan de los asuntos políticos. Tal vez habría menos guerra, aunque nadie puede estar seguro de eso.

Cualquiera diría que, por obvias razones políticas, la figura que peor impresión me causaría sería Obama. Sin embargo no fue así. Lo observé pensativo y a veces bastante ausente. Era como si durmiera con los ojos abiertos. No se conoce cuánto descansó antes de llegar a Cartagena, con qué generales habló, qué problemas ocupaban su mente. Si estaría pensando en Siria, Afganistán, Irak, Corea del Norte o Irán. Con seguridad, desde luego, en las elecciones, las jugadas del Tea Party y los planes tenebrosos de Mitt Romney. A última hora, poco antes de la Cumbre, decidió que las contribuciones de los más ricos deban alcanzar por lo menos el 30% de sus ingresos como ocurría antes de Bush hijo. Desde luego que eso le permite presentarse frente a la derecha republicana con una imagen más diáfana de su sentido de justicia.

Pero el problema es otro: la enorme deuda acumulada por el gobierno Federal que rebasa los 15 millones de millones de dólares, lo cual demanda recursos que suman no menos de 5 millones de millones de dólares. El impuesto a los más ricos aportará alrededor de 50 000 millones de dólares en diez años, mientras la necesidad de dinero se eleva a 5 millones de millones. Recibiría por tanto un dólar por cada 100 de los que necesita. El cálculo está al alcance de un alumno con 8 grados de escolaridad.

Recordemos bien lo que reclamó Dilma Rousseff: “relaciones ‘de igual a igual’ con Brasil y el resto de América Latina”.

“La zona euro ha reaccionado a la crisis económica a través de una expansión monetaria, provocando un ‘tsunami’ que aprecia la moneda brasileña y afecta la competitividad de la industria nacional”, declaró.

A Dilma Rousseff, una mujer capaz e inteligente, no se le escapan esas realidades y sabe plantearlas con autoridad y dignidad.

Obama, acostumbrado a decir la última palabra, sabe que la economía de Brasil surge con impresionante fuerza que asociada a las economías como las de Venezuela, Argentina, China, Rusia, Sudáfrica y otras de América Latina y el mundo, trazarían el futuro del desarrollo mundial.

El problema de los problemas es la tarea de preservar la paz de los riesgos crecientes de una guerra que con el poder destructivo de las armas modernas ponen la humanidad al borde del abismo.

Veo que las reuniones en Cartagena se prolongan y las realidades edulcoradas se alejan. De las guayaberas obsequiadas a Obama no se habló. Alguien tendrá que encargarse de indemnizar al diseñador de Cartagena Edgar Gómez.

Fidel Castro Ruz
Abril 14 de 2012
9 y 58 p.m.

Camilitos santiagueros son ejemplo de integridad

Por Israel Hernández Planas

Las Escuelas Militares Camilos Cienfuegos se erigen como cantera  para la oficialidad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Por eso el trabajo que desarrollan los adolescentes en estos centros de estudios va encaminado a fomentar desde temprano la integridad en los jóvenes aspirantes a carreras militares.

Es en los límites del reparto santiaguero Santa Bárbara donde se encuentra otro de los sitios donde se derrumba el mito de la juventud como despreocupada y sin motivos. Por doquier en las instalaciones de la escuela santiaguera de Camilitos, adolescentes totalmente enfocados aprovechan el tiempo al máximo para elevar sus cualidades intelectuales y físicas.

Convencidos de la responsabilidad que tienen en sus hombros los Camilitos santiagueros pasan 300 días al año superando obstáculos y forjando un espíritu difícil de doblegar en circunstancias adversas, algo que pudiera pensarse en extremo difícil por la edad con que entran a este centro.

Para el  estudiante  camilito Alejandro López Santana su entrada a la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, de Santiago de Cuba, fue una experiencia bastante dura. “Primero tuve que pasar un chequeo médico bien riguroso y luego tener las notas elevadas para optar por este centro de enseñanza.  Luego vinieron las pruebas de ingreso y de aptitudes físicas y psicológicas y una vez que tuve vencidas esas cuestiones vino un periodo de preparación previa que duró 45 días. Resulta bastante azaroso salir del régimen cómodo que tiene cualquier adolescente en casa para venir a aprender ejercicios de supervivencia. Fue una etapa que me hizo afianzar más mi vocación por ser militar. Hoy me siento orgulloso de ser Camilito”, nos cuenta López Santana, quien cursa  el Duodécimo grado.

Pero experiencias como la de Alejandro López son bastante comunes en la escuela. Sin embargo cuando se trata de una fémina uno pudiera pensar que el rigor pudiera hacerla flaquear, nada más alejado de la realidad.

Navis Rodríguez Plutón es una adolescente con bellos sueños y aspiraciones. Hoy sus desvelos estudiantiles y su aplicación en todas las aristas de la vida en los Camilitos le confieren el lugar que ella misma mereció, la del primer escalafón en a escuela.

“Particularmente tenía amigas que me decían: oye la vida militar no es fácil, te exigen demasiado. Sin embargo eso es lo que más me gusta de la escuela, la organización con que se ejecutan todas las acciones de la vida cotidiana, es como crecer vertiginosamente”, comenta Navis quien aspira a cursar medicina militar una vez que culmine el 12 grado.

Ante un  excelente claustro de profesores estos jóvenes adquieren las mismas habilidades que los estudiantes  de otros centros. Con facilidad dominan las nuevas tecnologías y pasean por el fascinante mundo de las ciencias y las letras con total entrega porque el conocimiento los prepara mucho más.

“Me gustan mucho todas las asignaturas. Es un claustro de muchos años aquí y saben como tocar el cerebro de cada estudiante. Sus métodos son muy buenos y aplaudimos eso en una escuela que demanda mucho sacrificio así que con buenos profesores tienes una gran por ciento de hacerte un buen Camilito, lo demás va por uno mismo”, dice la estudiante camilita  Laritza Muñoz Rodríguez.

Sin embargo no sólo los cuadernos y los lápices ocupan las horas de la jornada para estos muchachos. La ejercitación física llega a través de las gimnasias matutinas, práctica de deportes y ejercicios intencionales para dotarles con cualidades físicas propias de un buen militar. Son estas y otras actividades la que dan un sentido de integridad a la formación vocacional de quienes pretenden llegar a oficiales de la Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Un bien pensado programa de ejercicios físicos que incluyen gimnasia matutina, deportes y juegos contribuyen al desarrollo físico de cada uno de los camilitos. Sí a esto sumamos las distintas manifestaciones artísticas  que son parte de la vida cotidiana de los estudiantes pues pudiera afirmarse que la integridad en estos jóvenes está garantizada.

“Nos gustan mucho las actividades recreativas. Tenemos una gala de recreación todas las semanas  e implementamos visitas a museos y actividades extracurriculares que nos encantan porque  sobre todas las cosas somos jóvenes muy entusiastas”,  expresa Navis Rodríguez.

Por eso aunque empeño y disciplina sean vocablos que se asocien fácilmente a los cursos en la escuela Militar Camilos Cienfuegos para los camilitos hay algo más que una formación recta.

“Uno viven muy bien su vida de joven. Tenemos una vocación militar y la escuela tiene un componente elevado de rigor y exigencia pero la verdad que no son cosas que no se puedan cumplir. Se trata de practicar la disciplina y por supuesto que también nos divertimos mucho en su momento”, comenta la estudiante Laritza Muñoz Rodríguez.

Así  se suceden los días en esta escuela santiaguera. Cientos de jóvenes que acuden a las aulas, y áreas de entrenamiento para forma su espíritu en la disciplina y el compromiso, con un único propósito: convertirse en oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Las Escuelas Militares Camilos Cienfuegos se crearon el  23 de septiembre de 1966, por indicaciones del General de Ejército Raúl Castro Ruz, entonces Ministro de las FAR. Formadoras de jóvenes de ley y con alta demanda entre los adolescentes que terminan su secundaria básica, estas instituciones se consideran un pilar de la educación cubana y la cantera de futuros oficiales para las Fuerzas Armadas Revolucionarias.