Plaza de la revolución

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domingo, 31 de julio de 2016

Sepelio de Frank País, desafío a la dictadura batistiana

Por Armando Fernández Martí

Santiago de Cuba, 31 jul.— El asesinato de Frank País García la tarde del 30 de julio de 1957 conmocionó a toda la población santiaguera que al siguiente día convertida en un mar de pueblo, se lanzó a las calles para acompañar al joven héroe hasta su última morada en el cementerio Santa Ifigenia.

El propio 30 de julio, el cadáver de Frank fue velado durante dos horas en su casa, en San Bartolomé entre Habana y Maceo, pero después se trasladó para el hogar de su novia, América Domitro, en la esquina de las calles Heredia y Clarín, para facilitar que el pueblo pudiera rendirle homenaje y que lo viera por última vez en el féretro vestido de verde-olivo con los grados de Coronel y con una boina y una rosa blanca en el pecho.

Mientras, en otro punto de la ciudad, en la antigua Colonia Española, acudían también miles de santiagueros a rendirle tributo a Raúl Pujols Arencibia, asesinado junto a Frank, en la tarde del 30 de julio.

A las tres de la tarde del 31 de julio de 1957, ambos cortejos fúnebres partieron desde sus respectivos sitios para unirse en el Parque Céspedes todos los participantes y formar una sólida y compacta multitud que desbordó más de veinte cuadras gritando ¡Abajo Batista!, ¡Viva la Revolución! y ¡Viva Fidel!, además de entonar las notas gloriosas del Himno Nacional cubano.

Aunque hubo momentos de tensiones, los esbirros no se atrevieron a interrumpir la multitud y luego de detenerse unos minutos en la intersección de las calles Martí y Crombet, donde un mes antes habían sido asesinados Josué País, Salvador Pascual y Floro Vistel, cargando a partir de ahí en hombros los féretros de Frank y Raúl para recorrer a pie el último trayecto hasta la necrópolis santiaguera.

Temiendo incidentes graves las autoridades judiciales decidieron llevar a cabo la inhumación del cadáver de Frank al siguiente día, primero de agosto y así se hizo en una ceremonia íntima, siendo depositados sus restos en una bóveda provisional hasta que un mes después se trasladó para el panteón familiar, donde descansaban ya los restos de su hermano Josué y de su padre Agustín País.

Desde entonces, no puede decirse que Frank País García reposa en ese sitio sagrado de su Santiago, sino que se levanta cada día hecho pueblo para continuar la obra de la Revolución Cubana, su gran sueño convertido en realidad.

Peregrinación en homenaje a Frank País en Santiago de Cuba

Por Leydis Tassé Magaña

Santiago de Cuba, 31 jul.— Ofrendas florales a nombre de Fidel y Raúl, y del pueblo de Cuba, se depositaron en la tarde de ayer ante la tumba de Frank País en el cementerio Santa Ifigenia, de esta urbe, a 59 años de su asesinato y del joven Raúl Pujol, fecha consagrada Día de los Mártires de la Revolución.
  
Como es tradicional, el pueblo santiaguero protagonizó una peregrinación desde el Parque Céspedes hasta la necrópolis, donde se le rindió tributo a País, una de las figuras más queridas de la lucha clandestina contra la tiranía de Fulgencio Batista, ultimado a balazos en el Callejón del Muro y San Germán, de esta ciudad, cuando tenía 22 años de edad. 
  
Encabezaron la marcha Lázaro Expósito Canto, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) y primer secretario de esa organización política en la provincia de Santiago de Cuba; Beatriz Jhonson Urrutia, presidenta de la Asamblea Provincial del Poder Popular, y funcionarios del PCC y el gobierno.
  
Los acompañaron combatientes de la Revolución cubana y la lucha clandestina, así como también estudiantes y trabajadores convocados desde sus sindicatos.
  
Se portaron dos gigantes banderas Cubana y del Movimiento 26 de Julio, y se lanzaron pétalos de rosas desde los balcones, en memoria de los caídos.
  
La joven enfermera Sulay Lienes comentó que resultó un honor realizar ese recorrido en tributo a ambos mártires de la lucha revolucionaria, ejemplos para las nuevas generaciones que estudian y trabajan cada día para construir una sociedad mejor.
  
Desde pequeña -precisó- me emociona observar la multitud compacta que recorre cada año las calles del centro de la ciudad, que reedita lo que aconteció en nuestra urbe y que devino manifestación de repudio a la tiranía de Batista.