Por Armando Fernández Martí
En la historia de Cuba hay fechas que habrá que
recordar siempre y una de ellas es el 13 de marzo de 1957, cuando
nuevamente la juventud cubana, expresada esta vez en el estudiantado
universitario, alzó sus armas para derrocar el gobierno inconstitucional
del dictador Fulgencio Batista y darle al pueblo la libertad de la
patria, pisoteada grosera y brutalmente por el golpe de estado del 10 de
marzo de 1952.
Las acciones llevadas a cabo ese día, el
asalto al Palacio Presidencial y a la emisora Radio Reloj, no fueron
hechos aislados de un grupo con ansias de poder, sino que formaban parte
del proceso revolucionario en marcha en el país liderado por el
Movimiento 26 de Julio, en cumplimiento del compromiso contraído en la
Carta de Méjico por el Directorio Revolucionario y que firmaron los
líderes de esas organizaciones Fidel Castro Ruz y José Antonio
Echeverría, el 29 de agosto de 1956.
En el asalto al Palacio Presidencial, iniciado a las 3 y 21 minutos de la tarde, participó un comando del Directorio Estudiantil, que era el brazo armando de la FEU, integrado por 50 combatientes revolucionarios que se enfrentaron a una guarnición de 300 soldados de la dictadura, fieles a su amo y llenos de odio contra todo el que se opusiera al tirano.
Con suficiente rapidez los participantes en la acción descendieron de los tres vehículos que los transportaron y a pesar de la resistencia que encontraron al penetrar en la instalación, varios de los asaltantes llegaron hasta el segundo piso donde se encontraba el despacho del dictador, que huyó cobardemente, refugiándose en el último nivel del Palacio donde se encontraba el grueso de la guarnición, escapando así de la justicia revolucionaria.
El asalto a Radio Reloj se produjo a las 3 y 15 de la tarde, minutos antes de iniciarse el ataque a Palacio. El propio José Antonio Echeverría encabezó esta acción y leyó una alocución al pueblo de Cuba, siendo cortada la transmisión cuando aún no había concluido. Al retirarse de la emisora con rumbo a la Universidad de La Habana, su auto fue interceptado por fuerzas del régimen que balearon al joven revolucionario.
El 13 de marzo no es una fecha luctuosa para la patria, sino una jornada de gloria, porque el estudiantado universitario de entonces cumplió con honor su compromiso con Fidel, el Movimiento 26 de Julio y el pueblo, compromiso que las nuevas generaciones de estudiantes ratifican hoy para preservar la Revolución y construir el Socialismo al precio, incluso, de sus vidas como lo hicieron los héroes y mártires de aquella heroica gesta de hace 57 años.
En el asalto al Palacio Presidencial, iniciado a las 3 y 21 minutos de la tarde, participó un comando del Directorio Estudiantil, que era el brazo armando de la FEU, integrado por 50 combatientes revolucionarios que se enfrentaron a una guarnición de 300 soldados de la dictadura, fieles a su amo y llenos de odio contra todo el que se opusiera al tirano.
Con suficiente rapidez los participantes en la acción descendieron de los tres vehículos que los transportaron y a pesar de la resistencia que encontraron al penetrar en la instalación, varios de los asaltantes llegaron hasta el segundo piso donde se encontraba el despacho del dictador, que huyó cobardemente, refugiándose en el último nivel del Palacio donde se encontraba el grueso de la guarnición, escapando así de la justicia revolucionaria.
El asalto a Radio Reloj se produjo a las 3 y 15 de la tarde, minutos antes de iniciarse el ataque a Palacio. El propio José Antonio Echeverría encabezó esta acción y leyó una alocución al pueblo de Cuba, siendo cortada la transmisión cuando aún no había concluido. Al retirarse de la emisora con rumbo a la Universidad de La Habana, su auto fue interceptado por fuerzas del régimen que balearon al joven revolucionario.
El 13 de marzo no es una fecha luctuosa para la patria, sino una jornada de gloria, porque el estudiantado universitario de entonces cumplió con honor su compromiso con Fidel, el Movimiento 26 de Julio y el pueblo, compromiso que las nuevas generaciones de estudiantes ratifican hoy para preservar la Revolución y construir el Socialismo al precio, incluso, de sus vidas como lo hicieron los héroes y mártires de aquella heroica gesta de hace 57 años.