Por Margarita Piedra Cesar Santiago de Cuba, 24 feb.— No hay historias sin fechas y en el calendario cubano hay muchas fechas gloriosas que han conformado una historia también gloriosa, como aquel 24 de febrero de 1895 cuando en Baire y una treintena más de sitios de la Isla se escuchó nuevamente el grito de ¡Viva Libre! y el ruido de los disparos y el rechinar del machete se escucharon de nuevo en la manigua redentora, para conquistar la independencia de la nación.
Correspondió a José Martí echar a andar
nuevamente la maquinaria de la Revolución, dotando a la nueva gesta
independentista de un Partido, el Revolucionario Cubano para dirigirla y
evitar que ocurriera lo de la campaña anterior, donde unos pocos
hombres cansados de la lucha echaron por tierra 10 largos años de
sacrificios y sangre derramada.
Esta guerra iniciada el 14 de febrero de 1895 sería, por tanto, la continuación histórica de la del 10 de octubre de 1868 y heredaba de ella sus atributos: una bandera, un himno, una Constitución y una pléyade de Héroes, como Gómez y Maceo, capaces de con su ejemplo inspirar a los “pinos nuevos” a los mayores sacrificios y al combate glorioso por la libertad.
La muerte de José Martí en su propia guerra, apenas 84 días después de iniciada, fue sin dudas, un duro golpe para la Revolución, más no se detuvo la lucha fruto de su fe, sino que se convirtió ese instante en uno de esos contados momentos en que la muerte deja de ser inútil, porque sirve de inspiración para el futuro.
Con el Héroe muerto se levantó sobre su cadáver la bandera de su ejemplo y del Partido creado por él, para continuar la lucha, la cual también había sido dotada de un programa: El Manifiesto de Montecristi, que exponía a Cuba y el mundo los objetivos de esta nueva gesta, hacia donde iba y sobre todo, hacia donde iría el futuro de la Revolución una vez conquistada la independencia.
El proyecto revolucionario martiano iniciado el 24 de febrero de 1895, prácticamente hizo colapsar al régimen colonial en la Isla, pero fue abortado por la intervención norteamericana de 1898 con acuerdo entre España y Estados Unidos sin la participación del Ejército Libertador.
No sería ese trágico momento el fin de la lucha, pues el 10 de octubre de 1868 y el 24 de febrero de 1895 sembraron la semilla de la Revolución, que germinó en el Moncada y fructificó el primero de enero de 1959, con la conquista de la verdadera y definitiva independencia de una Patria, que es orgullo hoy de todo el mundo.
Esta guerra iniciada el 14 de febrero de 1895 sería, por tanto, la continuación histórica de la del 10 de octubre de 1868 y heredaba de ella sus atributos: una bandera, un himno, una Constitución y una pléyade de Héroes, como Gómez y Maceo, capaces de con su ejemplo inspirar a los “pinos nuevos” a los mayores sacrificios y al combate glorioso por la libertad.
La muerte de José Martí en su propia guerra, apenas 84 días después de iniciada, fue sin dudas, un duro golpe para la Revolución, más no se detuvo la lucha fruto de su fe, sino que se convirtió ese instante en uno de esos contados momentos en que la muerte deja de ser inútil, porque sirve de inspiración para el futuro.
Con el Héroe muerto se levantó sobre su cadáver la bandera de su ejemplo y del Partido creado por él, para continuar la lucha, la cual también había sido dotada de un programa: El Manifiesto de Montecristi, que exponía a Cuba y el mundo los objetivos de esta nueva gesta, hacia donde iba y sobre todo, hacia donde iría el futuro de la Revolución una vez conquistada la independencia.
El proyecto revolucionario martiano iniciado el 24 de febrero de 1895, prácticamente hizo colapsar al régimen colonial en la Isla, pero fue abortado por la intervención norteamericana de 1898 con acuerdo entre España y Estados Unidos sin la participación del Ejército Libertador.
No sería ese trágico momento el fin de la lucha, pues el 10 de octubre de 1868 y el 24 de febrero de 1895 sembraron la semilla de la Revolución, que germinó en el Moncada y fructificó el primero de enero de 1959, con la conquista de la verdadera y definitiva independencia de una Patria, que es orgullo hoy de todo el mundo.
Por Armando Fernández Martí
Por Claudia González Catalán
“Concepción Arenal”.
Con
sorprendente precisión arquitectónica, una inversión cercana al millón y
medio de pesos, regresa la vitalidad a una parte de estas deterioradas
instalaciones centenarias, donde permanece intacta la memoria,
compendiada celosamente por Joaquín Manuel Guardia Otero, Presidente de
la Comisión de Historia del Hogar Nutricional Materno Este.
Hoy
en el 102 con la inminente inauguración de la sala A, sumada a otras
obras ya en servicio, que acogen gestantes de toda la provincia.
“Hay
una trayectoria importante de los trabajadores de este centro, afirma
Guardia Otero. Cuando era clínica mutualista, fueron de los primeros que
organizaron los sindicatos para reivindicaciones obreras. Más tarde,
médicos y enfermeros participaron en las actividades de preparación y de
combate del 30 de Noviembre, con los botiquines que Frank País
estableció”.
El
Dr. Leonardo Capdevila Bravo, pediatra-neonatólogo y primer director
del Hospital Materno este, asegura que esta tradición se ha mantenido:
“Los trabajadores de aquí son muy buenos, quieren a su hospital. Yo los
exhortaba hoy a eso, no ya por el slogan del “sentido de pertenencia”,
sino el sentido del cariño, se sentirse parte del hospital”.
Por Marlene Montoya
Por Karina Sotomayor Otero
Por Miralis Despaigne Pineda
Entre
las orientaciones que se le llevará a la población está el
acompañamiento al operario en la inspección de la vivienda, permitir el
cepillado de los depósitos y la aplicación de abate al uno por ciento,
la exigencia de una requisa adecuada de todos los locales y depósitos,
así como garantizar la fumigación.