Plaza de la revolución

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lunes, 23 de octubre de 2017

Empresa de Servicio a Trabajadores de la Construcción un reto

Por Adis López González

Santiago de Cuba, 23 oct.— Prestar servicio a los usuarios es siempre un reto, dada la propia diversidad de consumidores. Pero, tener como principal cliente a la familia implica un compromiso aún mayor.

Ocurre así, con la Empresa de Servicio a Trabajadores de la Construcción en Santiago de Cuba, quienes tienen la honrosa labor de atender de forma integral a la gran familia de constructores, a tiempo que debe estimular también a sus propios trabajadores: hombres y mujeres que hacen de servir a los demás la razón de ser de cada día.

Por eso, acompañan a los miconeros santiagueros a cualquier lugar donde se les necesite, sin escatimar cuán difíciles y adversas sean las condiciones. Así llegaron y se mantuvieron en Baracoa, Maisí e Imías para asegurar la atención a los constructores santiagueros, quienes contribuyeron a la rehabilitación del vecino territorio, afectado severamente por el huracán Mathew.

En función de mejorar la calidad de los servicios, también abanderaron su Brigada de Maestros de Oficios, como otra importante acción en pos de la eficiencia. Alcanzar mayor profesionalismo implica un mejor uso de los recursos, como los del nuevo Centro de Elaboración de Alimentos con capacidad para producir dos toneladas diarias, en dependencia de los tipos de productos. Otra opción que mejora la variedad de las ofertas para los constructores y superiores condiciones de trabajo para quienes aquí laboran.

Este verano, no fue una excepción. Protagonizaron permanentes jornadas de trabajo para asegurar la atención a los trabajadores quienes disfrutaron de sus pasadías en la playa de Aserradero, incluyendo la venta de módulos de alimentos, confituras, prestación de servicios gastronómicos y la animación de los vacacionistas mediante diversos juegos de participación.

Celebraron el Día de los niños con payasos, piñata y variadas actividades, concebidas, especialmente para hijos, nietos, sobrinos de los constructores santiagueros, espacio que además, contribuye a la unidad de la familia, que de manera anónima, respalda a cada miconero desde el hogar, para que ellos estén donde se les necesita a pie de obra.

El cumpleaños noventa y uno del Líder Histórico de la Revolución también se festejó y propició la renovación de compromisos con el Comandante quien tanto reconoció la labor de “los hombres de los cascos blancos” y expresara que en todo lo construido alrededor de nosotros estaba la obra de los constructores.

Se homenajeó, por primera vez, a quienes cumplieron años mientras permanecían albergados durante los meses de junio, julio y agosto.

Aprovechando la cercanía al río Guaninicú, se habilitó el “Campismo Las Lajas”, un área campestre aledaña a la finca de autoconsumo de la empresa, convirtiéndola en otra agradable opción para los constructores y sus familiares.

En coordinación con la Empresa Provincial de Recreación y Alojamiento “Baconao”, se habilitaron cuatro cabañas en la playa Verraco que permitieron la atención a directivos y funcionarios del sector.

Más de trescientos constructores y sus familias disfrutaron del cierre del verano, durante los días dos y tres de septiembre.

Y en tanto se garantizaba el sano y merecido esparcimiento de cientos de hombres y mujeres del sector de la construcción en Santiago de Cuba, una sacrificada retaguardia, aseguraba la remodelación del antiguo Restaurante “Sierra Maestra”, convertido en un Centro Recreativo para los constructores, con el alto compromiso de estar lista para la Primera Conferencia Provincial del Sindicato de Trabajadores de la Construcción.

Cuando ya se alistaban para continuar tareas y cumplir compromisos contraídos para conmemorar el aniversario sesenta y cinco de la gesta del Moncada, un huracán volvía a poner a prueba la voluntad de este ejército. La disposición no se hizo esperar y ya varias brigadas se alistaron para contribuir en la recuperación de los territorios de Villa Clara y Ciego de Ávila, donde permanecen.

Y cuando se cumple con el deber, no hay retribución mejor que disfrutar de servir con el placer que brinda la satisfacción de haber contribuido al bienestar espiritual de los demás.

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