Plaza de la revolución

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miércoles, 18 de marzo de 2015

Hay que atajar la candela


Hay que atajar la candelaPor Mariano Aldana Villalón

Santiago de Cuba, 18 mar.— La quema indiscriminada de la caña influye como una de las causas que frenan los buenos deseos de los santiagueros por cumplir su compromiso con el país.

Hoy reflexionaré sobre este particular porque esta situación se nos ha ido de las manos ocasionando grandes pérdidas no solo al proceso de fabricación, sino también a las plantaciones cañeras.

Lo primero que debo decir es que la quema de caña no programada desorganiza por completo la producción azucarera.

La estrategia de corte se tiene que variar para tratar de moler esas materias primas lo más rápidamente posible aún cuando la provincia no posee equipos y recursos para esa contingencia.

Además, industrialmente los centrales se enfrentan a una situación compleja por la incidencia directa que tienen las cañas quemadas en todo el proceso. De hecho las primeras pérdidas se reflejan en los rendimientos, es decir menos azúcar producida.

Otro elemento a tener en cuenta es que muchas veces la materias prima que se quema no reúne las más mínimas condiciones para moler, o sea que no tienen el grado de madurez para ser procesada, y necesariamente tienen que enviarse a las plantas moledoras. 

En los últimos días se produjeron más de una decena de incendios en los diferentes macizos cañeros de la provincia. Ellos afectaron nada menos que 26 mil toneladas de caña.

Hay que atajar la candelaPero la quema de caña indiscriminada no solo perjudica la industria, sino también la cepa de caña para la venidera zafra. Téngase en cuenta que los incendios impiden brindar las atenciones culturales que exigen en su momento las cañas.

Si hoy, definitivamente, Santiago de Cuba no exhibe mejores números en el cumplimiento de su compromiso con el país, se debe a este fenómeno que ya se erige como el Talón de Aquiles en la realización de la zafra azucarera.

Eliminar los incendios en las plantaciones cañeras es una tarea de todos, y principalmente de los hombres y mujeres quienes tienen bajo sus hombros la imperiosa necesidad de producir azúcar con elevada eficiencia.

Hay que atajar la candela porque de otra forma estaríamos comprometiendo el resultado que Santiago de Cuba tiene que darle a la dirección del país.

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