Por María de Jesús Chávez y Brita Garcia AlberterisSantiago de Cuba, 4 jul.— Importantes personalidades como Alicia Alonso, Rosa Fornés, Compay Segundo, Eliades Ochoa, entre otros, recibieron hermosas obras de arte de manos de la artesana María del Carmen Sánchez Hernández, Maruchi.
Como único pago, ella posee una
colección de abanicos autografiados por grandes figuras nacionales y
extranjeras. Ella tiene una historia fascinante con Sonia Silvestre, “al
regalarle un abanico con margaritas, le digo que mi esposo y yo la
escogimos sin saber cuál era su flor preferida, y Sonia responde: Como
lo supiste mi segundo nombre es Margarita.”
Maruchi se especializa en los llamados abanicos de baraja. Hacer uno sencillo le toma un día; los más artísticos, una semana. En su colección personal posee un abanico gigante que le llevó años para su terminación. Cada pieza es única, pues aunque se repita el diseño, cosa rara, la madera no es la misma.
En marzo de 2013 se inauguró la Casa del Abanico, situada en la calle Heredia, como parte de un proyecto del Fondo de Bienes Culturales. Con esto, se cumplió una meta largamente soñada por la artista: tener un espacio donde exponer y comercializar su trabajo.
En estos momentos se encarga de la restauración de los abanicos de los Museos Bacardí y Ambiente Histórico de la ciudad. Estas piezas estaban en muy mal estado de conservación. María del Carmen ha intentado mantener la originalidad de cada uno.
Se inspira en una sabia frase de la poetiza Dulce María Loynaz, que declaró una vez que el abanico no es un accesorio, sino un todo perfecto, una obra de arte en miniatura y como tal hay que respetarlo.
Con su atención al detalle y respeto por lo más auténtico de nuestra tierra, esta artesana brinda su talento y experiencia para que cada santiaguero lleve en sus manos una pieza única y hermosa.
Maruchi se especializa en los llamados abanicos de baraja. Hacer uno sencillo le toma un día; los más artísticos, una semana. En su colección personal posee un abanico gigante que le llevó años para su terminación. Cada pieza es única, pues aunque se repita el diseño, cosa rara, la madera no es la misma.
En marzo de 2013 se inauguró la Casa del Abanico, situada en la calle Heredia, como parte de un proyecto del Fondo de Bienes Culturales. Con esto, se cumplió una meta largamente soñada por la artista: tener un espacio donde exponer y comercializar su trabajo.
En estos momentos se encarga de la restauración de los abanicos de los Museos Bacardí y Ambiente Histórico de la ciudad. Estas piezas estaban en muy mal estado de conservación. María del Carmen ha intentado mantener la originalidad de cada uno.
Se inspira en una sabia frase de la poetiza Dulce María Loynaz, que declaró una vez que el abanico no es un accesorio, sino un todo perfecto, una obra de arte en miniatura y como tal hay que respetarlo.
Con su atención al detalle y respeto por lo más auténtico de nuestra tierra, esta artesana brinda su talento y experiencia para que cada santiaguero lleve en sus manos una pieza única y hermosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario