Plaza de la revolución

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miércoles, 7 de noviembre de 2012

Sandy silvó y cantó y Santiago de Cuba mandó a parar

Autor : Karina Sotomayor Otero

 Esta es la segunda capital de importancia en el país y la historia junto a su vasto patrimonio cultural respaldan tal posición. Los cultivos, la zona industrial y la mayoría de las instalaciones y viviendas del territorio cabecera resultaron dañadas. La riqueza tangible de la cultura exhibe afectaciones en el disperso universo de todas las manifestaciones artísticas.

Está fracturado el arte funerario y una muestra de ello es la realidad que dejó el huracán en el Cementerio Santa Ifigenia, aunque tumbas de alto valor como el Mausoleo a José Martí y el Panteón de los Generales, están intactos.

Miles de casas percibieron daños en toda la región, muchas de ellas, exponentes de la arquitectura de los siglos XVIII y XIX. Las instalaciones de reciente remodelación no escaparon a la furia de Sandy. La Oficina del Conservador de la Ciudad, 15 años atrás remozada, fue vulnerable a los embates del fenómeno climatológico. La Maqueta de la Ciudad con sus 13 tableros se destruyó y con ella se sacrificaron más de 20 años de trabajo de todos los especialistas que participaron en su concepción.

Igualmente dañada la Escuela-Taller Ugo Luisi de la Oficina del Conservador y la Casa del Ajedrez también ubicada en el Casco Histórico se une a las viviendas afectadas desde sus cubiertas.

En Santiago de Cuba se oyó en toda su magnitud la polifonía del silbido de Sandy, desde cada modalidad constructiva se sintieron los vientos de este huracán bautizado por los conocedores como la tormenta perfecta. Un evento climatológico que con un nombre juvenil sacudió las entrañas de una ciudad añeja con casi cinco siglos de existencia.

Por eso desde los más longevos hasta los chicos aseveran que Sandy silbó y cantó en tierra santiaguera. La devastación de la flora ahora nos muestra una ciudad diferente desde su imaginario; quedaron al descubierto edificaciones antes resguardadas por una exuberante y centenaria vegetación.

Si se compara el grado de los estragos con la paulatina recuperación se concluye que santiagueras, santiagueros y todos los cubanos solidarios no conocen de derrotas. Sandy quiso bailar en la casa del trompo y Santiago de Cuba mandó a parar.

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