Plaza de la revolución

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viernes, 21 de septiembre de 2012

Los cubanos fortalecemos la invariable decisión de vivir sin tener precio

Autor : Caridad Franco Vega

 La libertad es la condición de máxima generosidad que asiste a los hombres, por ello elegir y defender los principios éticos, políticos y morales que rigen los destinos personales y sociales que se consideran los justos y por los que se decide, morir si es preciso, es un derecho inalienable que nos asiste como única especie con raciocinio.

Los cubanos hemos padecido siglos de irrespeto, invasiones, violencias, incumplimientos y desafueros. Por más de 20 años consecutivos el mundo en aplastante mayoría ha condenado el bloqueo económico, comercial y financiero que el gobierno de los Estados Unidos nos impuso desde 1962 de manera unilateral.

El bloqueo no ha sido y no es abstracto. Pérdidas millonarias sufre Cuba debido a esa política hostil y de marcado carácter extraterritorial. Nuestra economía y la sociedad civil dan fe de ello.

La imposibilidad de acceder al mercado norteamericano o de emplear el dólar estadounidense en operaciones financieras son algunas de las prohibiciones que impactan sobre el desarrollo del comercio exterior de la Mayor de las Antillas.

Servicios y productos tradicionales como el azúcar, el ron, el tabaco dejan de venderse en el mercado internacional representando daños  ncalculables para nuestra economía.

La bien llamada industria sin chimeneas, el turismo, se priva  e recaudar millones de dólares por la prohibición de viajes a este caribeño archipiélago.

Cuando el próximo noviembre en la Asamblea General de las Naciones Unidas se vote la resolución: Necesidad de poner fin al bloqueo, volvemos hacer valer las razones que han posibilitado más de 50 años de resistencia de un proyecto social en el que se han cometido errores y por eso hoy hablamos de actualización de nuestro modelo económico.

Pero se han salvaguardado principios imprescindibles para la vida: educación, salud y justicia social.

La dignidad, la ética y la inteligencia de los cubanos fortalecen la invariable decisión de vivir sin tener precio.

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