Plaza de la revolución

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jueves, 15 de febrero de 2018

Reconocen al Jardín de los Helechos como área de desarrollo e investigación

Por Kenia Tabares Robles/Fotos José Vladimir Pérez García

El Jardín de los helechos, de Santiago de Cuba, atesora una de las colecciones botánicas más importantes del país

Santiago de Cuba, 15 feb.— Esta es una tierra bendecida. Sus hijos la enaltecen con el trabajo cotidiano y creador de sitios singulares en su geografía. Ese es el caso del investigador Manuel Caluff y un equipo de estudiosos, quienes a prueba de amor crearon el Jardín de los helechos, ubicado en la carretera El Caney, único de su tipo en América, con más de nueve mil ejemplares de todo el país. Helechos terrestres, acuáticos, palustres, entre otros tipos biológicos son posibles conocerlos y apreciarlos allí.

Lo que comenzó como un herbario personal en 1979, fue creciendo por la gracia, el interés y la voluntad de Caluff, para en 1984 integrarse como área de desarrollo e investigación, asociada al Centro Oriental de Ecosistemas y Biodiversidad (BIOECO).

Tras casi cuarenta años de trabajo, técnicos, especialistas y trabajadores logran completar en el jardín más de 400 especies de Cuba y el resto del mundo, entre las cuales 89 son endémicas.

La obra de amor, como la cataloga Caluff, es hoy un núcleo científico y educativo, poseedor de un herbario de valor patrimonial, docente y educativo.

La Doctora en Ciencias Luz Margarita Figueredo Cardona, Especialista en Botánica de BIOECO, reconoce que muchos estudiantes llegan al herbario a revisar los materiales y confrontarlos con los que tienen recolectados. Hacen comparaciones, y desarrollan estudios relacionados con la distribución de las especies.

Desde el punto de vista científico, es útil para el desarrollo de investigaciones botánicas, estudios florísticos, biogeográficos e incluso moleculares. Las  colecciones representan la flora, y el patrimonio vegetal de una localidad, región o país, aseveró Figueredo Cardona.

Argumento Caluff, que la colección comprende plantas o partes de ellas, disecadas, identificadas y debidamente preparadas para garantizar su conservación de manera indefinida. En los registros hay información sobre el lugar de recolección, el nombre común de las plantas, sus características taxonómicas, sus usos, nombre del colector, entre otros datos.

La labor que inició en los bosques pluviales de Baracoa, de donde datan los primeros ejemplares, se fortaleció con las expediciones de prestigiosos investigadores del Grupo Humbolt, asociado a la Universidad de Oriente en los años 80, del pasado siglo, y hoy extiende su alcance.

“Nos hemos especializado en atender a niños autistas, a personas ciegas. Imagine mostrarle un jardín a un ciego, y que salga de aquí maravillado. Realmente requiere de esfuerzo y dedicación para que todos los que llegan aquí, ya sean visitantes nacionales o extranjeros, lleven un mensaje de esperanza y amor como el que transmiten mis plantas”, refirió emocionado Manuel Caluff.

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