Plaza de la revolución

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martes, 11 de julio de 2017

La triste celebridad del héroe cubano de Trump

Por Claudia González Catalán

Santiago de Cuba, 11 jul.— Ni siquiera los designios victimistas del presidente Donald Trump, pueden reconstruir la historia desde interpretaciones libérrimas. Su discurso para anunciar la nueva política de Estados Unidos hacia Cuba, buscó nuevos asideros políticos desde el storytelling.

Esa noche, por el Teatro Manuel Artime, desfilaron paradigmas tan dudosos como el padre del violinista Luis Haza, cuya historia edulcorada trascendió más que su interpretación de “The Star Spangled Banner”.

La esquela del citado padre del músico quizás se haya desvanecido con el tiempo, pero las publicaciones de la época del triunfo revolucionario, conservan los nombres de los muchos perseguidos y torturados por Bonifacio Haza y sus oficiales al mando. Varias veces lo imputa una alocución, en respuesta al asesinato de Carlos Díaz y Orlando Carvajal, primeros mártires del Movimiento 26 de Julio, en abril de 1956.

“Y no firmamos para que la soberbia imbecilidad de Lavastida y la asesina e hipócrita inteligencia de Haza Grasso no sepan quienes somos.”

Frank País apelaba al pueblo de Cuba para denunciar los atropellos de las Fuerzas Armadas y la doble moral de Haza, Comandante de la Policía Nacional.

Olga Portuondo, la historiadora de la ciudad, recuerda aquella época triste: “Él escribe ese boletín donde hace una alocución al pueblo de Cuba y a las fuerzas armadas, señalando lo que es Bonifacio Haza en aquel periodo; de sus acciones, de los crímenes que se comenten en aquella época y señala precisamente a Haza como uno de los mayores responsables de esos hechos”.

Haza no descargó el gatillo contra el cuerpo de Frank, quizás por falta de oportunidad; pero alzó su copa para “brindar por la mano fuerte de su jefe” para consumar la operación de la que sí había participado.

Luis Felipe Rosell, luchador clandestino, recuerda la evasiva del Club Rotario para recibirlo en sus predios como una protesta contra sus dudosos principios:

“En el fondo era un asesino como toda la gente que tenía Salas Cañizares a su alrededor, y Chaviano y Batista en general. La única diferencia es que él quería guardar una apariencia. Él pertenecía a la religión bautista, a la misma iglesia que pertenecía Doña Rosario y los muchachos; pero ella sabía bien quién era Haza”.

Con la entrada de la caravana libertaria a Santiago de Cuba, Haza se ató un brazalete del Movimiento 26 de Julio, pero no encontró la redención. Al amanecer del 13 de enero, Bonifacio Haza encabezaba las listas de ajusticiados el día anterior por los tribunales populares en Santiago de Cuba.

Muy polémicos han sido en la historia estos fusilamientos, pero Olga Portuondo explica las razones desde su vivencia:

“En aquellos primeros días, el pueblo de Santiago de Cuba, que había sufrido durante tantos años víctima del ejército y de la dictadura batistiana, creía que esa era una forma de vengar a sus muertos”.

El símbolo de la Cuba anhelada para Trump, es una figura de triste celebridad que solo pude presentarse como héroe en un discurso (des) contextualizado 60 años atrás.

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