Plaza de la revolución

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martes, 11 de julio de 2017

Estratégica victoria en la Batalla de El Jigüe

Por Armando Fernández Martí
  
Santiago de Cuba, 11 juL.— El 11 de junio de MIL 958, hace hoy 59 años, tuvo su comienzo a Batalla de El Jigüe, una de las más cruentas acciones levadas a cabo por el Ejército Rebelde durante la última gesta de liberación nacional, que se extendió por once días terminando con la victoria de las armas insurrectas.

En El Jigüe, un intrincado paraje de la Sierra Maestra, había establecido su campamento el Batallón 18 del ejército de la dictadura, integrado por más de 600 soldados al mando del Comandante José Quevedo.
                            
En los días previos al combate el Comandante en Jefe Fidel Castro se encargó personalmente del cerco del campamento, estableciendo pelotones y escuadras rebeldes en puntos estratégicos que rodeaban la zona, para no permitir que las fuerzas enemigas entraran o salieran de El Jigüe sin ser interceptadas por tropas insurrectas.

Una vez conseguido ese propósito, al amanecer del 11 de julio de MIL 958 se inician las acciones, cuando una patrulla rebelde ataca el Batallón 18 con el objetivo de herir a algún soldado, para que al ser enviado hacia la playa emboscar a los que los conducen, que fueron dos pelotones que llevaba además, una arria de mulos para traer provisiones a su regreso.

Poco después de salir del campamento los dos pelotones fueron atacados por la fuerza del Capitán Guillermo García, obligándolos a retroceder nuevamente hacia El Jigüe, con un balance de 5 soldados muertos y la pérdida de armas y equipos.

A partir de ese momento, no hubo intenciones inmediatas del ejército de salir del campamento y no fue hasta el 14 de julio que lo intentaron nuevamente con los integrantes de la Compañía 103, que tuvo que enfrentar un sangriento combate que los obligó a dispersarse, regresando una parte al Jigüe y solo nueve enemigos lograron alcanzar la costa.

Los días siguientes serían angustiosos para los soldados cercados en El Jigüe, donde escaseaban las provisiones y no contaban con recursos para la atención a los heridos, lo cual fue desmoralizando a tropa que era atacaba constantemente por los rebeldes, mientras que amplificadores instalados en la zona les exhortaban a rendirse.

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