Plaza de la revolución

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martes, 20 de septiembre de 2016

Contribuye labor de catadora cubana a obtener café de más calidad

Por Israel Hernández Planas

Santiago de cuba, 20 sep.— La labor del catador de café demanda de características sensoriales especiales en una persona. De ello depende la aprobación correcta de los granos de calidad superior que se acopian en todo el país. En Santiago de Cuba vive una de las pocas mujeres cubanas que se dedican a esta profesión.

Inés Leticia Labañino Estrada no es una mujer de desvelos ni de actos eufóricos. Su figura diminuta se mueve ágil entre todos los equipos de este laboratorio pero es su experiencia lo que la lleva de un sitio a otro con celeridad. Lleva más de 20 años ejerciendo una profesión que muchos cubanos desearían tener y aunque disfruta al máximo su trabajo para ella ser catadora de café, no implica degustar la bebida de forma habitual. Sólo hasta sus papilas gustativas llega el sabor de la bebida cubana más tradicional.

“No bebo café, nuca he sido una tomadora habitual. La gente confunde mucho mi profesión pero la realidad es que ni siquiera para catar se prueba el café tal como lo conocen las personas”, explica Inés Leticia.

El modo en que se prepara el café para catar sus cualidades es mucho más sencillo que colarlo tradicionalmente. Se vierte el polvo de café en un tazón con agua hirviendo hasta que este desprende su color y sabor. Parece más bien una preparación infusionada, como el té.

Es en el Laboratorio de cata de la Empresa Procesadora de Café Rolando Ayud, del municipio santiaguero de Contramaestre, donde Inés ha contribuido a certificar la calidad de los mejores granos cubanos que llegan hasta su laboratorio desde varias zonas cafetaleras del país. Aunque ha tenido la oportunidad de probar todas las calidades, desde la superior hasta los de menor valía para esta santiaguera el café cubano es especial entre los mejores.

La exclusiva profesión de Inés despunta en ocasiones como motivo de bromas cariñosas entre los amantes del café. Ella con sencillez las acepta porque sabe que parten de la exclusividad de su empleo y de los rigores que acompañan a una buena catadora.

“Es un hecho, las catadoras no debemos usar en el trabajo perfumes, ni creyones labiales ni esmaltes de uñas. Cualquiera de estos elementos puede contaminar el proceso y dar una lectura errónea de los parámetros. No por eso dejo de ser femenina y me siento orgullosa de la labor que realizo”, dice Inés Leticia.

Así se suceden los días para esta mujer. Sin parar sigue sorbiendo las diferentes variedades y mezclas para que luego muchos en el mundo puedan degustar del café cubano con calidad rigurosamente certificada.

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