Plaza de la revolución

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domingo, 26 de julio de 2015

Mártir palmero del Moncada


Nito OrtegaPor Miralis Despaigne Pineda

Palma Soriano, Santiago de Cuba, 26 jul.— Por estos desde cada rincón de Santiago de Cuba, cobran vidas los recuerdos de la mañana de la Santa Ana aquel 26 de julio de 1953, en Tierras del Cauto recordamos muy en especial a Oscar Alberto Ortega (Nito), mártir palmero de esta heroica gesta.

Este joven que con solo 24 años entregó  su vida a la patria, había nacido el 21 de agosto de 1926 en esta ciudad del oriente de Cuba. En el seno de un hogar humilde y de pocos ingresos económicos, creció junto su madre Aminta Ortega y su tía Carmen Ortega.

Cursa sus primeros estudios en las escuelas Juan Sigas Baro y José Marti, Nordina Aroche fue su primera maestra, la que le inculca el amor a la poesía, lo que lo llevó desde muy joven a sentir cierta vocación por ella, a esto se les sumó el Ajedrez y la música.

Fue un joven ejemplar, de esos que los trajines de la vida cubren con una capa dura como el hierro, pero en su rostro se reflejaba la nobleza de su alma al dejar escapar una amplia sonrisa. Como todos los de su generación aspiró a un trabajo seguro, a estudios que le permitieran ascender en la vida, a tener novias e ir a fiestas, pero la austeridad y pobreza de su hogar le hicieron cambiar muy pronto sus planes en cuanto a su querido país.

Nito estuvo siempre unido por fuertes lazos de amistad al dentista palmero Pedro Celestino Aguilera (Tito. El 10 de Marzo de 1952, al producirse el golpe de estado, Aguilera, quien en aquel entonces milita en el Partido Ortodoxo, se da a la tarea, en unión de otros palmeros, incluido Nito, de organizar un grupo que luchara contra la dictadura.

En los primeros días de Febrero de 1953 la dirección del grupo hace contacto con otros revolucionarios en La Habana con el dirigente de la revolución, Tito Aguilera, Parmenio García y Nito Ortega. Posteriormente lo harían con Abel Santamaría, donde reciben instrucciones acerca del trabajo a desarrollar en el futuro y de la subordinación de los combatientes palmeros a la Generación del Centenario.

El 3 de abril de ese año llega el principal dirigente revolucionario a Palma Soriano y los primeros contactos con los revolucionarios se efectúan en la calle Lora #4, donde se encontraba la casa de Nito Ortega y en horas de la noche, se realiza una reunión el barTopeka, situado en la calle Lora # 401, esquina Corona en la que participan junto al principal dirigente de la revolución Pedro Celestino Aguilera, Oscar Alberto Ortega, Parmenio García y Rafael Oliva, así como Raúl Martínez Arará, la reunión se prolongó más de lo previsto, al día siguiente se traslada a las minas de Charco Redondo, donde el dirigente se reunió con los mineros e indagó acerca de las pésima condiciones en que se encontraban trabajando.

El 22 de julio, reciben un pequeño entrenamiento militar y son acuartelados en distintos lugares de La Habana. Ya en la Granjita Siboney, a la hora de salida hacia el Moncada, Nito es asignado a la escuadra de Oscar Alcalde, junto a Teodulio Mitchell Barbán, participante en el asalto y al darse la orden de retirada regresa nuevamente a la Granjita Siboney sin ninguna dificultad. Allí a Armando Mestre se le escapa un tiro de escopeta calibre 22, que hiere a Nito levemente en una pierna, Mitchell se encarga de vendarle la pierna y trata de sacarlo de regreso por la carretera de Siboney.

A pesar de la insistencia de Teodulio Mitchell Barbán de que no montara en la máquina que se encontraron en el camino, con ocho combatientes, y sugerirles que se dispersen, este lo desobedece y sube al vehículo. Poco después son capturados y asesinados cobardemente. Nito, el mártir palmero del Moncada, fue asesinado por los esbirros de la dictadura, el 26 de julio de 1953. El cuerpo de Ortega aparece abandonado en Conuco, un paraje rural del municipio del Caney, en cuyo cementerio fue inhumado el 30 de julio de 1953. Tenía 26 años de edad.

Actualmente se honra a este patriota palmero nombrando repartos, escuelas y calles con el nombre de Nito Ortega. Hasta su casa en la calle Lora llegó el homenaje de su pueblo.

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