Plaza de la revolución

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miércoles, 10 de octubre de 2012

La vieja y la nueva historia del Museo Tomás Romay

Autor: Coral Vázaquez

usto donde se interceptan las calles Enramadas y Barnada de esta urbe sur-oriental existe un edificio que como todo en esta vida, tiene una historia que contar.

Hace mucho pero mucho tiempo fue un mercado para la venta de productos agrícolas, luego fue cerrado y sus diferentes áreas se  convirtieron lo mismo en almacén que en carpintería y en cuantas cosas inimaginables sean posibles hasta el día en que a Antonio Núñez Jiménez propuso convertirlo en un Museo de Cencias Naturales y más como decía él “tenía que ser el segundo de su tipo en el país”.

Fue así como nació uno de los centros insignias de la ciencia cubana “en primer lugar porque quien trabaja en él, lo ama” según el director de BIOECO, Claudio Javier Carracedo_González “también porque se genera mucho conocimiento y porque desde hace un tiempo forma parte del Centro Oriental de Ecosistema y Biodiversidad, BIOECO un sitio que tiene una subdirección para la  investigación de la biología y la conservación de la flora y la fauna”.

Estas investigaciones se traducen a través del Museo para la población, “es en ese momento en que deja de ser un centro de educación ambiental  y de divulgación de la ciencia  para convertirse en el centro de investigación de las ciencias naturales más importante de la región oriental de Cuba con “y con un gran prestigio nacional e internacional” añadió el Doctor Nicasio Viña Bayés, uno de sus directores.

Y todo este quehacer ha sido posible por la transformación del lenguaje científico que hacen posible que hoy el centro desarrolle un conjunto de 21 proyectos, los más destacados aquellos que se realizan con diferentes grupos etarios de la comunidad con el objetivo de incentivar el amor por la naturaleza, enseñarles a los niños un poco más del mundo que los rodea y, sobre todo, como protegerlo mejor.

Por solo mencionar algunos “Educación ambiental para el rescate de la bahía de Santiago de Cuba” , “Educación ambiental para el rescate de la fitonimia  en las comunidades de Flores y Dessy”  y “Educación ambiental para personas sordas, ciegas y de baja visión”.

Aunque desde hace unos años los trabajadores de esta entidad científica han tenido que hacer una redistribución de las áreas de labor y las colecciones por un proceso de reparación y mantenimiento,  el Museo de Historia Natural Tomás Romay es uno de los sitios más atractivos de la ciudad.

Desde que se fundó el Museo, hasta la actualidad, más de cuatro millones de personas lo han visitado es el resultado de una destacada labor educativa, recreativa y cultural desde la comunidad.

Este, el primer centro de ciencia fundado en el período revolucionario fuera de la capital tiene el honor además, de ser la sede de la Filial Oriental de la Academia de Ciencias de Cuba, otra razón de sus trabajadores y la comunidad científica santiaguera para festejar este mes de octubre.

Esta es la vieja y la nueva historia de un sitio que se mantiene fiel a la sabiduría, el conocimiento, la gente y la ciudad que lo vio nacer hace precisamente 46 años, un 10 de octubre.

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