Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 26 jul.— 65 años parece ser ya mucho tiempo, pero en la historia de los pueblos seis décadas es apenas un instante y más si ese momento está marcado por el inicio de una Revolución, que como a cubana, acabó con más de cuatro siglos de ignominia en que fue sumida la patria por el colonialismo español primero y después por los regímenes que le prosiguieron dependientes de Estados Unidos
El 26 de julio de 1953 representa para los cubanos ese instante de gloria en que no sólo se produjo el asalto a los cuarteles Moncada y Céspedes, sino que rompió con viejas concepciones que hasta ese momento constituían obstáculos para la acción del pueblo, la idea de que no se podía hacer una revolución contra el ejército y sin e apoyo de los norteamericanos.
Los jóvenes combatientes, en el momento de los asaltos llevaban en sus corazones el espíritu de las clases humildes y explotadas de donde procedían y sus manos fueron suficientemente fuertes, sus mentes suficientemente sanas y sus pechos suficientemente valerosos para legar a ser más tarde los abanderados de la primera Revolución Socialista de América.
La juventud de los integrantes de los que se llamó la Generación del Centenario, no estaba solo en la edad, sino en la disposición de luchar. Juntos fueron al combate Miguel Ángel Oramas, que había cumplido 17 años semanas antes del asalto y el o obrero Manuel Rojo, que rebasaba los 50 años.
Lo más difícil de esta gesta, como señaló después Fidel, no fue atacar y tomar el Moncada, sino el gigantesco esfuerzo de organización, preparación, adquisición de recursos y movilización en plena clandestinidad partiendo virtualmente de cero.
Lo más admirable de este esfuerzo fue que la tiranía no tuvo un solo indicio de lo que estaba ocurriendo, pues se llegó a organizar y adiestrar a cerca de mil 500 hombres. Fue la limitación de armamentos lo que determinó finalmente que al asalto acudieran poco más de un centenar de hombres.
No se conquistó el triunfo en aquella heroica jornada del 26 de Julio de 1953, pero si se alcanzó, como señalara Fidel, una victoria moral y digna del pueblo, porque de esta acción surgió la organización que se encargaría de llevar adelante la Revolución, con un programa que recogía las aspiraciones más sentidas de las masas humildes.
La estrategia de lucha armada iniciada con el Asalto a Moncada años después derrotó al ejército de la dictadura, derribó al régimen opresor y entregó el poder al pueblo, y pese a la oposición de Estados Unidos el más peligroso de todos los enemigos la Revolución sigue aquí, asaltando fortalezas en el empeño por conquistar e porvenir y ganado duras y difíciles batallas que la han engrandecido con la victoria.
Hoy digámosle a Fidel y a Raúl desde su Santiago, que los ideales que un día les trajeron aquí, junto al resto de a Juventud del Centenario, se mantienen hoy más vigentes que nunca, para que nuestra Revolución siga existiendo y siga siendo faro y guía de la humanidad toda, que algún día verá realizado sus mejores sueños de redención y de justicia, como lo hizo Cuba, gracias aquel glorioso amanecer de la Santa Ana el 26 de julio de 1953 en Santiago de Cuba y Bayamo.
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