Plaza de la revolución

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lunes, 26 de febrero de 2018

Estampas de historia para Victoriano Garzón y la santiaguera avenida

Por Claudia González Catalán

Santiago de Cuba, 26 feb.— La ciudad de Santiago de Cuba vive su historia desde sus calles. Cinco siglos de nombres y hechos se conectan en esta urdimbre de asfalto que tiene entre sus arterias principales la Avenida Victoriano Garzón.

Ya en 1940 las postales de la época mostraban una avenida que insinuaba sus pretensiones de modernidad en la vieja ciudad colonial de callejones sofocantes.

Una década después, el Hotel Rex recibía por última vez a valerosos jóvenes del Centenario. Fue esta la avenida que desembocó en el Moncada el 26 de julio de 1953.

Tradicional entorno de carnavales y celebraciones populares, la Avenida Garzón luce el semblante de una urbe renovada en lo social y en lo económico. Populares instituciones recreativas como el Ocio Club o el antiguo cine Capitolio, atraen cada vez más transeúntes a esta arteria de tránsito infinito.

Sin embargo en más de dos kilómetros de la Avenida Victoriano Garzón, desde Plaza de Marte, hasta Ferreiro, no existe monumento que evoque el arrojo del muchacho de 15 años que conoció la manigua irredenta con la primera clarinada de 1868.

Se añoran las estampas de su primer ascenso en la Guerra Grande, de su Protesta al lado de los convencidos en Baraguá o de la modestia del viejo coronel que consolidó el Grito de Oriente el 24 de febrero de 1895 y luego supo poner su bravura al servicio de Guillermón Moncada o José Maceo, en nombre de la independencia patria.

Sin dudas, su nombre solemne ha trascendido más que su figura. Pero a pesar de los exiguos retratos, bastaría para esculpirlo el verbo encendido de Martí en su Diario de Campaña, poco antes de sus muertes, casi simultáneas:

"Victoriano Garzón, el negro juicioso de bigote y perilla, y ojos fogosos, me cuenta, humilde y ferviente, desde su hamaca, su asalto triunfante al Ramón de las Yaguas: su palabra es revuelta e intensa, su alma bondadosa y su autoridad natural (…) De carnes seco, dulce de sonrisa, la camisa azul y negro el pantalón; cuida, uno a uno, de sus soldados".

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