Plaza de la revolución

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martes, 23 de enero de 2018

Amalia Simoni activa colaboradora de las fuerzas mambisas

Por Armando Fernández Martí
                   
Santiago de Cuba, 23 ene.— Con profundo cariño y respeto nuestro pueblo en particular sus mujeres recuerdan a Amalia Simoni Argilagos, la ejemplar patriota y amante esposa de Ignacio Agramonte y Loynaz, fallecida un día como hoy 23 de enero pero de 1918 en La Habana, a la edad de 62 años.

Amalia e Ignacio se conocieron en 1866 y se casaron en 1868, pero tres meses después, tuvieron que separarse al incorporarse él a la primera gesta independentista cubana, a la cual se le unió ella posteriormente para acompañarlo durante un tiempo.

Cuentan que cuando Amalia e Ignacio festejaban juntos el primer año de vida de su hijo Ernesto, nacido en los campos insurrectos, fueron sorprendidos por los españoles y a los ruegos de ella, él logró escapar del lugar por lo que la mujer fue hecha prisionera y trasladada a Puerto Príncipe, hoy Camagüey.

Allí, un alto oficial español le propuso a Amalia que escribiera a Ignacio para que depusiera de sus ideas libertarias, pero ella le contestó: “General, primero me corto la mano antes que yo escriba a mi marido sea traidor”

Esperando ya a su segundo hijo, Herminia, que nunca conoció a su padre, Amalia tuvo que marchar hacia el exilio en Estados Unidos donde pasó muchas penurias para lograr el sustento de los niños y ayudar económicamente a la familia.

Amalia Simoni e Ignacio Agramonte no se vieron nunca más, pero su amor se mantuvo vivo a través de la correspondencia. En una de sus cartas el esposo le dice: “La resignación por nuestra ausencia me agota y hace aumentar mi odio a los españoles. Cuba exige muchos sacrificios, pero será libre a toda costa”

El 30 de abril de 1873, Amalia Simoni ya con 31 años de edad, escribe a su esposo diciéndole: “Yo te ruego Ignacio idolatrado, por nuestros hijos, por tu madre y por tu angustiada Amalia, que no te abatas con esa desesperación que me hace creer que ya no te interesa la vida. Además de por cuba debes cuidarte, ser más prudente, exponer menos un brazo y una inteligencia que tanto ella necesita”

Ignacio Agramonte nunca recibiría esa carta, pues unos días después el 11 de mayo de 1863 caería combatiendo a los españoles en las sabanas de Jimaguayú, en Camagüey.

Después del Pacto del Zanjón, Amalia Simoni regresó a Cuba con sus dos hijos estableciéndose en Camagüey. Al reiniciarse la gesta independentista en 1895, parte de nuevo hacia el extranjero y regresa al término de la guerra, estableciéndose en La Habana, donde falleció el 23 de enero de 1918 hace hoy 100 años. Ante ella y su ejemplar patriotismo inclínanos hoy nuestra frente.

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