Plaza de la revolución

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jueves, 5 de octubre de 2017

Crimen sin castigo

Por Lourdes Palau Vázquez

Santiago de Cuba, 5 oct.— Hay hechos que marcan hondamente la sensibilidad de los pueblos y el sabotaje del avión 455 de cubana de aviación que se dirigía de la isla de Barbados a Jamaica con destino final La Habana es uno de esos que estremecen.

Ocurrió el 6 de octubre de 1976 y 73 personas inocentes perdieron la vida, 48 pasajeros y 25 miembros de la tripulación. De ellos 57 cubanos, 11 guyaneses y 5 norcoreanos, entre los fallecidos se encontraban los 24 miembros del equipo nacional juvenil de esgrima cubano, quienes regresaban a la isla después de haber ganado todas las medallas de oro en el Campeonato Centroamericano y del Caribe.

Esos días de octubre fueron grises desde el momento de la triste noticia hasta el sepelio multitudinario a las víctimas, el pueblo desfilaba en largas hileras para rendir tributo a aquellos hombres y mujeres que eran mártires del terrorismo.

Duelen aun las imágenes de las familias enlutadas, las historias detrás de cada una de las fotografías donde aparecían rostros sonrientes, jóvenes deportistas, la tripulación de la nave que explotó en pleno vuelo como simple globo al viento.

Cuba no ha dejado de exigir justicia ante el horrendo crimen, las voces de un pueblo que no admite la impunidad con que han vivido los culpables confesos del suceso y continúa demandando con entereza que los responsables paguen por su horrenda barbarie sin respuesta.

Freddy Lugo, Hernán Ricardo, Orlando Bosch y Luis Posada Carriles fueron los cuatro autores directos de ese horrible suceso, quienes en juicios amañados y protegidos por gobiernos que financian el terrorismo lograron burlar la responsabilidad que conlleva un hecho criminal como ese.

No podrá nunca el odio vencer a un pueblo que se unió ante el dolor de un país por la pérdida de sus hijos, muchos en la flor de su juventud,   la razón se impondrá un día ante magistrados corruptos y gobiernos inmundos, ha de caer el telón cual obra concluida para aquellos que aún viven llevando en su conciencia todo el peso de un crimen aun sin castigo

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