Plaza de la revolución

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miércoles, 30 de noviembre de 2016

30 de Noviembre de 1956 en la memoria

Por Lourdes Palau Vázquez

Santiago de Cuba, 30 nov.— Hay una ciudad hermosa, realmente bella, donde cada muro o rincón tiene una historia, allí un noviembre agotado vio a los hombres y mujeres vestir de verde olivo y asaltar el día con luces de ráfagas, granadas y fusiles.

Corrió la sangre fértil de jóvenes combatientes y las puertas y ventanas se abrieron cual bisagras de la vida y la esperanza para proteger a aquellos que se escurrían  de las furias de las bestias furibundas con sed de sangre y absurda venganza.

Se coronó el amor a la libertad, el miedo tembló y los gritos de viva cuba libre tomaron las calles, salían como resortes agolpados en las gargantas por siglos de dolor para esparcirse al viento de la sierra y el llano.

El 30 de noviembre de 1956 fue un día mágico de luz, gloria y rebeldía en Santiago, que se inscribió con letras de oro en la historia de la patria. Los sesenta años transcurridos renuevan hoy las historias de amor y de combate y emociona retornar a los combatientes desafiando el peligro, las madres regresando al parto de los hijos que volvieron a nacer, los niños crecer como hombres con cocteles molotov cual juguetes y las novias guardar los ajuares, velos y rosarios para bordar brazaletes o banderas.

Es orgullo de la abuela contar a sus nietos como aquel día cortó sus trenzas y las entregó a la Virgen de la Caridad en El Cobre cuando apeloó a sus milagros aquel noviembre en que Padre Pico más que una calle fue un altar y Santiago plataforma de las ansias libertarias.

Y qué decir de nuestro querido Frank, artífice de la gloriosa acción, feliz vestido de verde olivo sin miedo a la muerte, ordenando preciso, con sus ojos profundos marcando el futuro, que renunció a su nombre para asumir el de Salvador, esperando la señal convenida para la acción en aquel telegrama resorte que decía solamente: "Obra pedida agotada".

Fe y seguridad en un mejor porvenir acompañaron a Pepito Tey, Tony Aloma y Otto Parellada que ascendieron a la gloria en aquella operación de insurrección popular en Santiago, que levantó a un pueblo entero aquella mañana del 30 de Noviembre, como único modo de salvar la patria porque como dice nuestro canto mayor, Morir por la patria es vivir...

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