Songo-La Maya, Santiago de Cuba, 20 jul.— Un día aciago se rompió uno de las palas cargadoras de la Unidad Empresarial de Base el Mucaral en Songo–La Maya, ese día dejaron de producirse 304 metros cúbicos de áridos y 3 mil bloques de hormigón, pero a la jornada se sumó otra y las perdidas eran de miles de pesos.
Ricardo Bringue Beltrán, un mecánico del
lugar se unió a un tornero y en dos jornadas repararon la pieza que
costaría, solo ella, 2000 dólares en el mercado internacional.
Las palas cargadoras son fundamentales en la fabricación de áridos y bloques y sus costos rondan los 40 mil dólares.
Bringue Beltrán dice que sentía el peso de la vergüenza sobre ellos, se unió a su equipo y sacó adelante la pala cargadoras en 48 horas.
Ahora el mecánico representara a Songo-La Maya en la Expo Anir Nacional aniversario 40 en la capital cubana, por eso sus colegas y la dirección de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) de Songo-La Maya, acompañados de Judith Rodríguez, Secretaria del Comité Municipal del Partido en el territorio le agasajaron en su propio centro de trabajo.
Ricardo Bringue Beltrán es un hombre simple y a la vez extraordinario, ese cubano que construyó una pieza que hubiera costado 2000 dólares en el mercado internacional, de no existir la compra o esta innovación hubieran estado 7 meses, sin producir, sin dar beneficio social y, por supuesto, Bringue y sus compañeros no contarían el beneficio del trabajo.
Las palas cargadoras son fundamentales en la fabricación de áridos y bloques y sus costos rondan los 40 mil dólares.
Bringue Beltrán dice que sentía el peso de la vergüenza sobre ellos, se unió a su equipo y sacó adelante la pala cargadoras en 48 horas.
Ahora el mecánico representara a Songo-La Maya en la Expo Anir Nacional aniversario 40 en la capital cubana, por eso sus colegas y la dirección de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) de Songo-La Maya, acompañados de Judith Rodríguez, Secretaria del Comité Municipal del Partido en el territorio le agasajaron en su propio centro de trabajo.
Ricardo Bringue Beltrán es un hombre simple y a la vez extraordinario, ese cubano que construyó una pieza que hubiera costado 2000 dólares en el mercado internacional, de no existir la compra o esta innovación hubieran estado 7 meses, sin producir, sin dar beneficio social y, por supuesto, Bringue y sus compañeros no contarían el beneficio del trabajo.
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