Por Noris Rosado Figueredo
Santiago de Cuba, 22 dic.— Soy del criterio que el homenaje a los educadores no debe circunscribirse a una jornada, este debe ser todos los días, porque junto con el hogar, está la escuela, para forjar hombres y mujeres de bien.
Santiago de Cuba, 22 dic.— Soy del criterio que el homenaje a los educadores no debe circunscribirse a una jornada, este debe ser todos los días, porque junto con el hogar, está la escuela, para forjar hombres y mujeres de bien.
Pero, también se que además de elevar la
calidad de la enseñanza, los trabajadores de la educación, deben
aplicar el concepto de José de la Luz y Caballero que dijo que enseñar
puede cualquiera, pero educar, sólo un evangelio vivo. Y eso, deben ser
los integrantes de ese ejército que cada día llega a nuestras escuelas.
Unos a enseñar y educar, y otros a apoyar de una forma u otra el
sistema.
En el caso del maestro, recordar que ser maestro, es ser creador. Creador del hombre nuevo de estos tiempos, para inculcar en ese hombre, la ética, la moral y cívica, que debe acompañar a todo ser humano, para ser cada día mejores.
En el caso del maestro, recordar que ser maestro, es ser creador. Creador del hombre nuevo de estos tiempos, para inculcar en ese hombre, la ética, la moral y cívica, que debe acompañar a todo ser humano, para ser cada día mejores.
En Cuba, luego del triunfo
revolucionario, se han hecho muchos esfuerzos, para elevar el nivel
cultural de todos y todas en el país.
En esta jornada, pero en general, todos los días recuerdo a mis maestros de primaria, que me enseñaron y me educaron en los mejores principios. También vienen a mi mente, mis profesores de la secundaria, del pre y de la universidad. Todos me encaminaron en la vida. Gracias a ellos llegué a ser una profesional.
Siempre llevo en la mente a la doctora Adolfina Cossío, quien con su verbo encendido, me enseñó a amar a José Martí y a Ricardo Repilado, ése que al parecer tenía muy mal carácter, pero siempre decía que el aula era un altar y como tal había que respetar. Con él, había que vestir decentemente. Ni escotes exagerados ni short corto, por sólo poner un ejemplo.
También recuerdo mis días como alfabetizadora, en las montañas del II Frente Oriental Frank País. Allí, además de enseñar a leer y escribir, ofrecí normas de conductas para los campesinos, que eran personas muy nobles, pero necesitaban otras cualidades.
Hoy recuerdo mis pocos meses como profesora de los Cursos Integrales para Jóvenes. Les dí a todos mis conocimientos de Literatura y Español, pero además, les decía todos los días, antes de comenzar las clases, que había que saludar, pedir permiso, atender y levantar la mano, ante una duda, pues era una forma de mantener la disciplina en el aula, ésa que para mi también era un altar.
Hoy muchos son técnicos, enfermeros, médicos y profesionales de diferentes especialidades. Me dan las gracias, porque según ellos, les mostré que las oportunidades hay que aprovecharlas, pues eso fue lo que les dio la Revolución: Los rescató de la marginalidad.
En esta jornada de homenaje a los trabajadores de la Educación, que concluye este 22 de diciembre, la felicitación, y el llamado a ser verdaderos educadores, como los que se necesitan en estos tiempos.
En esta jornada, pero en general, todos los días recuerdo a mis maestros de primaria, que me enseñaron y me educaron en los mejores principios. También vienen a mi mente, mis profesores de la secundaria, del pre y de la universidad. Todos me encaminaron en la vida. Gracias a ellos llegué a ser una profesional.
Siempre llevo en la mente a la doctora Adolfina Cossío, quien con su verbo encendido, me enseñó a amar a José Martí y a Ricardo Repilado, ése que al parecer tenía muy mal carácter, pero siempre decía que el aula era un altar y como tal había que respetar. Con él, había que vestir decentemente. Ni escotes exagerados ni short corto, por sólo poner un ejemplo.
También recuerdo mis días como alfabetizadora, en las montañas del II Frente Oriental Frank País. Allí, además de enseñar a leer y escribir, ofrecí normas de conductas para los campesinos, que eran personas muy nobles, pero necesitaban otras cualidades.
Hoy recuerdo mis pocos meses como profesora de los Cursos Integrales para Jóvenes. Les dí a todos mis conocimientos de Literatura y Español, pero además, les decía todos los días, antes de comenzar las clases, que había que saludar, pedir permiso, atender y levantar la mano, ante una duda, pues era una forma de mantener la disciplina en el aula, ésa que para mi también era un altar.
Hoy muchos son técnicos, enfermeros, médicos y profesionales de diferentes especialidades. Me dan las gracias, porque según ellos, les mostré que las oportunidades hay que aprovecharlas, pues eso fue lo que les dio la Revolución: Los rescató de la marginalidad.
En esta jornada de homenaje a los trabajadores de la Educación, que concluye este 22 de diciembre, la felicitación, y el llamado a ser verdaderos educadores, como los que se necesitan en estos tiempos.
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