Por Coral Vázquez PeñaSantiago de Cuba, 14 may.— Quizás porque no tenía ningún parque cerca era que no tenía plena conciencia de cuan necesitadas están las personas de todas las edades de estos espacios públicos y del importante rol que tienen en el mejoramiento de la calidad de vida de los pobladores como lugar de esparcimiento y recreación.
Sucede que ahora se convirtió en parque
el solar que hay al lado de casa y que desde hace 60 años ha servido lo
mismo para kiosco de carnaval que para un campito de tiro al blanco,
punto móvil de una cadena de tiendas y hasta en lugar donde ciudadanos
inconscientes e inescrupulosos echaran basura y escombros.
Por suerte se encuentra entre los sitios que hoy se remodelan en Santiago de Cuba para que la ciudad luzca más linda este 15 de julio cuando celebre su medio milenio de fundada.
Actualmente es difícil encontrar sus bancos vacíos porque son muchas y muchos los que se toman un tiempo lo mismo a la luz del sol que bajo la claridad de las estrellas y hacen un alto por agotamiento o por placer para sentarse en sus bancos.
¿Usted se imagina nuestra urbe sin los atardeceres en el Parque Céspedes? ¿O la Plaza de Marte, sin su algarabía infantil, las chucherías, las luces y los chivos y las bicicletas para niños?.
A pesar del poco tiempo que lleva el parque que les cuento, no sé qué sentiría si algún día al abrir las ventanas de la casa él no estuviera. Supongo que el mismo dolor que me da cuando le he tenido que llamar la atención a alguien porque pisa el césped o pone los pies encima de los bancos.
Los parques como los museos, los centros recreativos, culturales o gastronómicos no son de la propiedad de uno, son de todos y a todos nos corresponde cuidarlos.
Los parques son terrenos en el interior de una población, se destinan lo mismo a jardín que a arbolado y tienen una gran importancia para la vida social. Ellos permiten la recreación y el entretenimiento, ofrecen un lugar para compartir con los amigos o la pareja y abrigan al transeúnte cansado.
Pero ellos, como el resto de la urbe, merecen también de nuestro respeto y consideración. Con simples acciones, ayudamos a que permanezcan bellos, para que otros también, construyan lindos recuerdos.
Por suerte se encuentra entre los sitios que hoy se remodelan en Santiago de Cuba para que la ciudad luzca más linda este 15 de julio cuando celebre su medio milenio de fundada.
Actualmente es difícil encontrar sus bancos vacíos porque son muchas y muchos los que se toman un tiempo lo mismo a la luz del sol que bajo la claridad de las estrellas y hacen un alto por agotamiento o por placer para sentarse en sus bancos.
¿Usted se imagina nuestra urbe sin los atardeceres en el Parque Céspedes? ¿O la Plaza de Marte, sin su algarabía infantil, las chucherías, las luces y los chivos y las bicicletas para niños?.
A pesar del poco tiempo que lleva el parque que les cuento, no sé qué sentiría si algún día al abrir las ventanas de la casa él no estuviera. Supongo que el mismo dolor que me da cuando le he tenido que llamar la atención a alguien porque pisa el césped o pone los pies encima de los bancos.
Los parques como los museos, los centros recreativos, culturales o gastronómicos no son de la propiedad de uno, son de todos y a todos nos corresponde cuidarlos.
Los parques son terrenos en el interior de una población, se destinan lo mismo a jardín que a arbolado y tienen una gran importancia para la vida social. Ellos permiten la recreación y el entretenimiento, ofrecen un lugar para compartir con los amigos o la pareja y abrigan al transeúnte cansado.
Pero ellos, como el resto de la urbe, merecen también de nuestro respeto y consideración. Con simples acciones, ayudamos a que permanezcan bellos, para que otros también, construyan lindos recuerdos.
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