Plaza de la revolución

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martes, 19 de agosto de 2014

Un buchito caliente para despertar


Un buchito caliente para depertarPor Kenia Tabares Robles

Santiago de Cuba, 19 ago.— "Ese buchito de café caliente por la mañana es un estimulante para comenzar el día", "nada más de olerlo me vigoriza", además "no soy la única". Así dicen mi abuela y mi mamá cuando tienen en sus manos una tacita con el mágico brebaje, que se ha convertido en el primer ritual de sus días.

He llegado a llamarlo así porque cuando les falta es como si el día les fallara. Si hoy las tomo como ejemplos, es para ilustrar el sentir de millones de personas, porque más de 2.250 millones de tazas de café se consumen a diario.

Tuvo razón el poeta José Martí al expresar que el café "tiene un misterioso comercio con el alma", porque "aguza las potencias" y "limpia de humanidades el espíritu". Su aroma seduce, embelesa, atrae, no importa cómo lo diga, lo importante es que lo sienta.

La IsabelicaEn Cuba el café es sinónimo de amistad, cortesía y respeto. Cuando se recibe una visita en la casa se ofrece una taza de café recién hecho. No importa si es hecho en cafetera, colador o el carretero, o si se endulza con azúcar parda, miel o azúcar de caña. Ya sea en el campo o la ciudad, lo gratificante es que se saborea y algunos repiten la dosis en el día.

Durante la primera Guerra de Independencia, -según escritos aparecidos en los diarios de campaña de muchos de nuestros patriotas-, el café era indispensable para la vida, sobre todo en las frías madrugadas. Tal vez por eso el etnógrafo y antropólogo cubano Fernando Ortíz dijo que el café es otro personaje en la historia de nuestro país.

Aquí se introduce en el año 1748 por el español José Gelabert, quien fomentó su primer cafetal en el pueblo del Wajay, muy cercano al puerto habanero, el único por ese entonces autorizado para comerciar con el exterior.

En sus inicios el café se utilizaba como materia prima para obtener licores y otros medicamentos. En La Habana, sus pobladores lo envasaban en finos frascos de porcelana y la expendían en las farmacias bajo receta médica, y otros lo empleaban para combatir la somnolencia, los dolores de cabeza y los estragos del alcohol. 

Luego de la Revolución haitiana (1789), con la llegada de los colonos franceses al oriente del país, el café tomó auge en nuestro país. Los primeros lustros del siglo XIX, fueron los inicios del esplendor cafetalero de estas tierras, con la siembra, producción y comercialización del grano.

Tal ha sido su trascendencia que el café es parte inseparable de la historia cubana, y símbolo de su cultura. En el año 2000 la UNESCO le confirió a las primeras plantaciones cafetaleras (171) en el sudeste de Cuba, la condición de Patrimonio de la Humanidad.

De ellas, 139 se localizan en nuestra provincia, una de las mayores productoras de grano en el país.

Ya sea su delicioso aroma, su dulce o amargo sabor, el café es insustituible. Para los cubanos está estrechamente ligado a su cultura y a su diario vivir, porque siempre será bienvenida esa infusión humeante al despertar.

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