Plaza de la revolución

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lunes, 21 de julio de 2014

De la "tierra caliente”… a la ciudad de los helados"


De la Texto y fotos Cuscó Tarradell

Santiago de Cuba, 21 jul.— El calor se lleva a diario en Santiago de Cuba, como las usanzas de la moda. El símbolo del astro rey, marca la vida del santiaguero tanto en pinturas murales, como en el cotidiano paisaje del ir y venir de su gente. Se suele hoy exigir el helado como si fuera un producto de la canasta básica, en esta tierra, adiestrada a tolerar los 32°C y hasta más. 

Cada municipio de nuestra provincia posee, al menos, un expendio de helados. En la ciudad cabecera, más de 50 unidades de la gastronomía asimilan diariamente los 7000 galones que durante el verano elabora la fábrica Siboney.

El cambio ha sido notable desde mayo de 2009 hasta la fecha, cuando se organizó" la revolución de la exquisitez" y las filosofías y disposiciones productivas comenzaron a generarse en miles, sin necesidad de cerrar un establecimiento por la ausencia de la golosina refrigerada.

Era el año 2008: la Ciudad de Santiago, ocupada por casi 500 mil habitantes, tenía una única y eclipsada heladería: "La Arboleda" o "Copelia" enmarcada en la esquina la Avenida Victoriano Garzón y la Vía Central. Allí se inmortalizaron las "horas desesperadas" de la aglomeración, con el sinsabor o la incertidumbre de un "hasta aquí" o el stop, pronunciado por el portero de turno después de una espera prolongada para ingerir el refrigerio. 

Por eso, prefiero tocarle las puertas al presente y opinarles sobre el: ¿cómo se  logra hoy la estabilidad en la venta de helados?

El sostén de la producción actual comienza en las manos agrarias que acopian las frutas en su época ideal, para llevarlas a pequeñas fábricas de extracción de la pulpa. Hay decenas de ellas reciclando cajas de madera, estrujando frutos maduros, hirviendo el néctar en calderas rústicas y generando empleos, donde se mezclan las gotas de sudor obrero con un aroma meloso que rinde por decenas, cual pose de foto, a las abejas de la zona. Las mini-industrias, diseminadas por la geografía santiaguera, permanecen lejanas al conocimiento de las clientelas; pero sin ellas, no hubiera degustaciones de zapote, mango, anón, piña, guayaba, coco o naranja en cualquier estación del año.
Deberían las heladerías promocionar en las gigantografías tentadoras del consumo, llenas de combinaciones soñadas y de golosinas ampliadas en vinilo o galvanizados, la imagen de aquellos semblantes campesinos que integran el eslabón primario de la cadena. De ser así, asumo que no faltarían los rostros habituales de las Cooperativas de Producción Agropecuaria Victoria de Girón de Palma Soriano y Abel Santamaría del Oasis Santiaguero, punteras en la anónima labor.

Lo cierto es que hoy existe suficiente pulpa almacenada para que en el Verano Santiaguero 2014 se consuman más de 200 mil galones de helado sorbete, como se le conoce internacionalmente al de fruta. Aunque también, se asoman en las cremerías otros sabores artificiales como chocolate, fresa, mantecado, tiramisú, moscatel y naranja-piña.

Añadan a ello, las opciones de llevarlo al paladar pagando con la moneda de su preferencia (CUP o CUC). 

Las nuevas inversiones en máquinas paleteras y de congelación; la responsabilidad vigilada y exigida al personal de la industria; la reposición de envases y el compromiso del mantenimiento cronometrado a la tecnología, abrieron los picaportes del éxito en el servicio. La calidad, por su parte, pasa por chispazos individuales de cortesía en los turnos de trabajo y la estricta disposición del control administrativo, cuando se sirve al pueblo. 

No obstante, lo importante es que en medio de tanto calor oriental, siempre se encuentra en Santiago de Cuba una sombra salvadora para degustar helados. Les cito: El Jardín de las Enramadas, el Kilómetro 989 de la Vía Central, el Palacio del Dulce, y el Restaurante El Turquino ubicado en el último piso del “18 Plantas de Garzón”, son una suerte de sitios dignos y referenciales en la heroica ciudad. 

No obstante, nadie conoce a ciencia cierta quien fue el primer cubano en probar el helado, o qué familia lo produjo por vez primera en Cuba. Pero sí les aseguro que, desde el siglo XXIX cuando se introdujo en el país, se convirtió en la golosina predilecta de millones de habitantes, como hoy sucede en el caluroso Santiago de Cuba.

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