Plaza de la revolución

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sábado, 15 de marzo de 2014

Baraguá, protesta por la ominosa paz del Zanjón


Baraguá, protesta por la ominosa paz del ZanjónPor Armando Fernández Martí

Santiago de Cuba, 15 mar.— Más que una protesta por la ominosa paz del Zanjón, con su gesto heroico del 15 de marzo de 1878 en Mangos de Baraguá, el general Antonio Maceo salvó la Revolución y a los cubanos de una humillante derrota.
Tal era la paz firmada por un grupo de traidores el 10 de febrero de 1878 en el Zanjón, que ni con la independencia ni la abolición de la esclavitud, habían sido consideradas por España, desestimando los diez años de cruenta y heroica lucha de los cubanos por alcanzar ambos propósitos.

A la cita del 15 de marzo en Baraguá, acudió Martínez Campos con la convicción de que completaría lo poco que le faltaba para coronar su triunfante programa pacificador y poner fin a la guerra que 10 años atrás había estallado en Yara.

Pero el general Antonio, conocedor ya de los acuerdos del Zanjón, no dejó siquiera que Martínez Campos le diera a conocer el texto del humillante pacto diciéndole: "Guarde usted ese documento". ¡No!. ¡No, nos entendemos!, Fue la respuesta viril del Titán".

Con ese gesto, Maceo elevó la dignidad de los cubanos a su máxima expresión y le dio a entender al general español, que la guerra no había terminado y que si en el Zanjón hubo traidores que se doblegaron a España, en Baraguá sobraba el coraje para luchar muchos años más, hasta lograr la independencia deseada.

Si bien después Maceo tuvo que retirarse de los campos de batalla, la tregua no fue para descansar sino para preparar, junto a Martí y Gómez, la guerra necesaria que estallaría el 24 de febrero de 1895, como continuación histórica de aquella Revolución salvada por el Titán de Bronce diecisiete años atrás en Baraguá.

La lección de Baraguá con su enseñanza de intransigencia fue bien aprendida por nuestro pueblo. Hoy 136 años después, perdura en su pueblo heroico y quienquiera pertenecer a él, con derecho moral, debe ser capaz de levantarse junto a la memoria del Titán, porque jamás un cubano verdadero será infiel a su Revolución, la misma que como entonces y con la misma intransigencia, defendemos hoy.

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