Por Caridad Franco Vega
Santiago de Cuba, 3 dic.— Servir al prójimo a cambio de nada es el fin que dan a sus vidas quienes por vocación, que nace y se cultiva, curan los dolores del cuerpo y hasta del alma. No importa el quién, el dónde o el cuándo.
Ser útiles y restaurar la salud de los enfermos es la primera de sus preocupaciones. Desempeñar la profesión con dignidad y conciencia significa que nada se interponga ni consideraciones de religión, raza o clase, así asumen el compromiso de actuar siempre en beneficio del ser humano.
Ser médico es más que una facultad que se aprende o un deber que se cumple, es una actitud ante la vida. Es aprender y luego enseñar medicina al pie del que sufre. Ser médico es entrega, pasión, altruismo.
Honrar a estos hombres y mujeres en la cotidianidad es tan solo gratitud infinita a quienes ponen toda su sabiduría, esfuerzos, afanes y desvelos al servicio de la salud y de la vida.
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