Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 19 oct.— El 6 de abril de 1960 el entonces Presidente norteamericano Dwight Eisenhower, presidió una reunión en la que el Departamento de Estado de ese país explicó: “la mayoría de los cubanos apoya a Castro (…). El único medio para aniquilar ese apoyo interno es provocar el disgusto y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria (…). Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica (…), lo que provocaría el hambre, la desesperanza y el derrocamiento del gobierno”Seis meses y unos días después de haberse dicho eso el 19 de octubre de 1960 el gobierno de los Estados Unidos presidido por el
republicano Dwight Eisenhower, prohibía las exportaciones hacia Cuba de piezas de repuesto, de numerosas mercancías y de información técnica. Comenzaba así de forma oficial y unilateralmente el bloqueo económico, comercial y financiero del país más poderoso del mundo contra la pequeña Isla caribeña, pobre, subdesarrollada y con apenas poco más de seis millones de habitantes en esa época.
¿Qué razones existían para que Estados Unidos tomara tal medida y la mantuviera durante los 57 años transcurridos hasta hoy? La razón ha sido una sola: La voluntad de los cubanos de ser libres soberanos e independientes en todos los sentidos y escoger para su país el régimen político y social más conveniente al propósito de tener una patria nueva con todos y para el bien de todos.
Sin embargo, no fue hasta el 7 de febrero de 1972 que el Presidente norteamericano John F. Kennedy emitió la Proclama Ejecutiva Número 3 447 que estableció el bloqueo total contra Cuba oficializando así una política económica agresiva que se había iniciado casi desde el mismo triunfo de la Revolución con la reducción de la cuota azucarera y la prohibición de importaciones de petróleo.
Pero el capítulo más cruel de ese bloqueo comenzó a escribirse el 14 de mayo de 1964 cuando Estados Unidos formalizó las prohibiciones de ventas de alimentos y medicinas a Cuba con el propósito de matar de hambre y enfermedades a la población de la Isla, algo que hasta el propio periódico The New York Times condenó al decir en un Editorial: “No es esta la manera de ganar la guerra fría contra Cuba, ni es el medio de presentar al mundo una imagen de los Estados Unidos como país humanitario y magnánimo”
A partir de ese 19 de octubre de 1960 al incipiente bloqueo que ellos llamaban embargo se le fueron agregando otras disposiciones, enmiendas y leyes para fortalecerlo e internacionalizarlo que se han convertido en una verdadera madeja legislativa que más que una política, es una guerra económica contra Cuba, la más larga que conoce la historia de la humanidad y que ya constituye un acto de genocidio, según lo estableció la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio aprobada por la ONU en 1948.
En los 58 años que cumple hoy de establecido el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, le ha causado pérdida a la pequeña Isla por miles de millones de dólares, cifra que es incomparable con los sufrimientos humanos y morales soportados por la población cubana, que ni aún así se rinde ni se vende y que más temprano que tarde verá como esa criminal y absurda política yanqui se hundirá en el basurero de la historia. ¡Eso que nadie lo dude!
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