Plaza de la revolución

Plaza de la revolución
Plaza de la revolución

lunes, 19 de junio de 2017

Muerte Doña Leonor Pérez Cabrera, la venerable madre de José Martí

Por Armando Fernández Martí

Santiago de Cuba, 19 jun.— Después de la muerte de José Martí, el 19 de mayo de 1895, su madre Doña Leonor Pérez y Cabrera, junto al dolor que le produjo la pérdida de su único hijo varón, tuvo que soportar una vida muy difícil, llena de vicisitudes, casi ciega, sin recursos y viviendo en casa de una hija, Amelia, en la calle Consulado, donde pasó sus últimos días.

En marzo de 1898, Doña Leonor escribió a su amiga Carmen Miyares, residente en Tampa, una carta que refleja en gran medida cómo se encontraba diciéndole: "(...) mis hijas viven hoy muy reducidas y yo no puedo disponer de una habitación, ni puedo pagarla, así que le hago esta confesión, por si puede alguna persona que quiera y pueda remediar mi situación..."

Gracias a la gestión de esa amiga, que le envió algún dinero, Doña Leonor pudo viajar a Tampa, en abril de 1898, junto a una de sus hijas y dos nietos. Allí los emigrados la acogieron afectuosamente tratando de hacerlo agradable la estancia y ayudándola de acuerdo a sus humildes posibilidades.

En ese entonces, el Periódico Patria la describió como una señora de carácter dulce, amable en su trato, y al corriente de cuanto pasa tanto en el interior de Cuba como el exterior del país referente al problema cubano, lo que hace su conversación muy interesante.

Doña Leonor regresó a Cuba en octubre de 1898, donde le tocó vivir los momentos de la derrota de España y la ocupación militar norteamericana, además de sufrir las intrigas del presidente Tomás Estrada Palma, que disolvió el Partido Revolucionario Cubano, creado por José Martí, así como el cierre del Periódico Patria.

Pero la vida le deparaba a Doña Leonor Pérez otras amarguras y sorpresas ya que en 1900 murieron tres de sus hijas. Antonia, Carmen y Leonor, quedando viva solo Amelia. También perdió a varios de sus nietos, todos relacionados con problemas del corazón.

Cuentan que Doña Leonor, pobre, ciega y enferma, más del alma que del cuerpo, se sentaba en una ancha poltrona en la casa de su hija Amelia, agitando un inseparable abanico que movía con delicado feminismo. Así la sorprendió la muerte el 19 de junio de 1907, a las 5 y 30 de la tarde, y a la edad de 78 años.

Bochornosamente, el interventor norteamericano de la isla Charles E. Magoon, hizo publicar el 20 de junio en la prensa una nota necrológica invitando a las autoridades y al pueblo a acompañar el cadáver de "la venerable madre del Libertador José Martí", e hizo que el ayuntamiento corriera con los gastos del sepelio, con todos los honores correspondientes.

Así querían las autoridades yanquis y los gobernantes de turno, tapar la mancha que habían dejado caer sobre la madre de nuestro Héroe Nacional, a la cual abandonaron en la más dramática miseria sin que nadie entonces se ocupara y preocupara de ella.

El verdadero pueblo de la capital manifestó su respeto a Doña Leonor Pérez y Cabrera, que había traído al mundo a un hijo excepcional, cien años después de su muerte, tanto ella como su hijo José Martí, forman parte de la historia gloriosa que cada día escribimos los cubanos siguiendo sus enseñanzas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario