Plaza de la revolución

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miércoles, 24 de agosto de 2016

La imagen multiplicada de Vilma

Por Claudia González Catalán

Santiago de Cuba, 24 ago.— A Esther Milagros Torres Copello todo el mundo la conoce por Cuca. Su primer recuerdo sobre Vilma es el de una mujer con el pelo largo y las piernas vistosas que visitaba la casa donde ella trabajó hasta el triunfo revolucionario como empleada doméstica y donde sospechaba que se tejía algo extraño que resultó ser la estrategia para el triunfo definitivo. Sin embargo, sólo pudo hablar con ella por primera vez, cuando ya trabajaba para la Revolución.

“Desde ese día la empecé a querer más de lo que yo la quería. Ella me llamó para preguntarme mi nombre y yo le digo respetuosamente "Mire señora…" En ese momento ella me responde: "Ay chica, no me digas señora, dígame Vilma o dígame compañera, porque yo soy una trabajadora, una revolucionaria igual que tú. Yo me eché a llorar”.

No porque el tiempo pase, Cuca renuncia a sus horas con Vilma. “Es que para mí Vilma no está muerta. Yo le pongo sus flores en el retrato de la sala y muchas veces, desde este asiento yo converso con Vilma como si estuviera viva”.

En este día, cada una de las cubanas guarda sus propios recuerdos de Vilma. Algunas tienen el privilegio de desempolvar en fotos sagradas a una Vilma fundadora. Otras, aunque nunca estuvieron tan cerca de ella, también guardan celosamente sus recuerdos: la impresión de las batallas cotidianas y mantenidas hasta los últimos momentos.

Rosa Emilia Sánchez Tamayo es profesora de Historia en la Secundaria Básica Raúl Rojas. Ella confiesa que aún le parece “verla en los congresos, en los trabajos voluntarios, en las grandes reuniones, en eventos internacionales representándonos con orgullo de ser cubana y artífice de todos los logros que la mujer cubana obtuvo después del triunfo de la Revolución".

Carmen Sánchez Martínez, Metodóloga Provincial de la Enseñanza Preuniversitaria también se siente identificada con Vilma: “por esa facilidad que tenía para combinar la dulzura, la delicadeza como mujer, con el espíritu revolucionario que siempre la caracterizó. Una mujer que en los momentos de la lucha revolucionaria y en los momentos de la clandestinidad supo también mostrar cuán fuerte podía ser una mujer, sin abandonar su dulzura femenina”.

La imagen imperecedera de Vilma, marca su presencia en las más jóvenes, como parte de una nueva generación que la mantiene viva y ha crecido aprendiendo de su estirpe multiplicada.

Viviana María Baños Díaz, una joven estudiante cubana tiene a Vilma como ejemplo cimero: “Vilma lo fue todo.

Siempre fue esa mujer preocupada por la niñez, siempre se interesó por todo lo que pasaba en el país y siempre estuvo allí para apoyar a todas las mujeres. En mi casa se habla mucho de ella y especialmente las mujeres que vivieron esa etapa y tuvieron el privilegio de conocerla".

Hoy cada una la recuerda en sus vivencias, en el anecdotario popular o en los libros de historia. Vilma es presencia viva en la combatiente revolucionaria, en la dirigente femenina, en la mujer trabajadora o en la madre tierna… Hoy, todas las formas de recordarla convergen en las huellas de una misma mujer en tres tiempos.

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