Plaza de la revolución

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sábado, 2 de abril de 2016

Pintémonos de azul por el autismo


Pintémonos de azul por el autismoPor Claudia González Catalán/ Foto de Internet

Santiago de Cuba, 2 abr.— En la escuela William Soler los días nunca son iguales. El entusiasmo infantil le gana a la rutina rigurosa, repetida hasta la memoria.
Llegamos hasta aquí intentando entender más sobre autismo y la MSc. Maribel Zayas Pérez, Directora de este centro nos explica:

“El autismo es un trastorno generalizado del desarrollo que afecta cuatro áreas específicas: la comunicación, la socialización, el comportamiento y, por tanto, también la cognición.”

Pero descubrimos que cada uno de estos niños tiene historias muy singulares. Es el caso de Ana Patricia. Desde los 18 meses, su diagnóstico es el reto cotidiano de sus padres.

Ella comparte la semana entre la escuela de autismo y un círculo infantil de la enseñanza general. En la primera, los especialistas la ayudan a vencer el conocimiento correspondiente a cada etapa de su desarrollo; mientras que el círculo le permite trabajar la socialización.

“El círculo ha sido para ella algo maravilloso. – Nos cuenta emocionada Yailet Núñez, madre de Ana Patricia.- Cuando la niña era pequeña, una de las mayores dificultades que tenía es que no era capaz de relacionarse con niños de su edad. Hoy vemos como ya juega a la ronda con los niños, se sientan en la misma mesa a comer, cuando ella se aísla un poquito los niños van a buscarla y ella los acepta. Es una niña muy feliz.”

Esta escuela atiende en la actualidad a 54 niños de varios municipios de la provincia, pero también guarda las historias de aquellos que ya están de regreso a sus escuelas después de vencer los objetivos en su tránsito por William Soler.

Beatriz Pascual es la madre de Jaime. Él tiene ya 17 años y su madre afirma que hay 17 mil historias que contar por cada uno de ellos.

“Cuando transitó por la escuela de autismo me apoyaron muchísimo –recuerda Beatriz. Le sirvió a Jaime, a mí, a toda su familia, pero también a las maestras de su escuela. Ellas recibieron la capacitación que necesitaban para poder trabajar entonces con un niño que tiene un retraso mental leve con elementos de autismo. A partir de ese momento Jaime comenzó una nueva etapa. Comenzó a abrirse más y más y nosotros con él.”

Jaime nos cuenta con desenfado cómo dibujó su primer Elpidio Valdés en la pared de su escuela cuando tenía ocho años. Los personajes de historietas le han dado la seguridad para entender el mundo desde sus propios límites con la fantasía.

Todas estas historias nos llegan desde las fotos que sostiene Beatriz. Desde la primera pintura que hizo está guardado allí y su madre nos cuenta mientras las observa como la primera vez:

“Después de ese vinieron muchos más. Ahora tiene toda una colección de superhéroes pero su favorito sigue siendo Elpidio Valdés. Llegar a conocer a Juan Padrón y Jorge Oliver fue para él importantísimo. Un sueño que cumplió y que se lo cuenta a todo el mundo.

En Jaime y Patricia no hay silencios, sino diferentes formas de amar y un mundo por descubrir.

“Jaime hoy lee y escribe –afirma Beatriz- y me da muchísimo gusto ver todo lo que es capaz de hacer y pensar que si gané todas las batallas fue porque nunca me rendí.”

“Y sabemos –enfatiza Yailet-, que a medida que pase el tiempo y sigamos trabajando con ella, dándole lo que necesita, todas las herramientas y sobre todo el amor, la paciencia y la comprensión, vamos a lograr mucho más.”

Quizás por eso afirmen que conocer a una persona con autismo nos cambia, sólo que nunca imaginamos cuánto.

La vida de una persona con autismo y sus familias es muy variable. Por eso han elegido el azul como metáfora. Como este color, pueden pasar rápidamente de un tono luminoso a otro grisáceo y oscuro. Por eso cada 2 de abril, cuando se celebra el Día Mundial de la Concienciación sobre el Autismo, el mundo se pinta de azul.

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