Plaza de la revolución

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lunes, 6 de abril de 2015

Miguel Velázquez: El primer santiaguero


Hacia la década del cuarenta nosotros podemos identificar en Santiago de Cuba a un individuo que entra en la historia y que pertenece a la primera generación de criollos. Para algunos historiadores es el primer santiaguero. Se trata de Miguel Velázquez.

Por Dayron Chang Arranz

Santiago de Cuba, 6 abr.— El proceso de mestizaje biológico y cultural en Santiago de Cuba comienza en el verano de 1515 con la llegada de los españoles. Aquí había una población indígena muy importante desde el punto de vista cuantitativo y llevaba más de 3000 años viviendo en esta región.

Esa población interactúa inmediatamente con los españoles de diversas maneras: se convierten en la mano de obra para el trabajo en los lavaderos, las mujeres comienzan a ser fecundadas por los españoles que han dejado a sus esposas en la isla La española y se origina un proceso intenso de mestizaje.

Los primeros frutos de este intercambio y los primeros criollos o santiagueros, aparecen en los primeros lustros posteriores a la fundación de la villa. Ya hacia comienzos de la década del veinte del siglo XVI llegan los primeros negros africanos a la ciudad y el espectro se amplia.

En este sentido estaríamos completando los tres ingredientes básicos que Fernando Ortiz en esa genial metáfora utiliza para identificar la formación de la cultura cubana.

El primogénito

Hacia la década del cuarenta nosotros podemos identificar en Santiago de Cuba a un individuo que entra en la historia y que pertenece a la primera generación de criollos. Para algunos historiadores es el primer santiaguero. Se trata de Miguel Velázquez. Una figura que es hijo de madre indígena y padre español.

Esta personalidad estudia en las Universidades de Sevilla y Alcalá de Henares en España, pero aun así regresa a Santiago de Cuba y ejerce como sacerdote en la catedral. En este sitio enseña gramática castellana, toca el órgano y desarrolla una labor cultural relevante, méritos que lo acreditan según algunos estudiosos como el primer maestro.

En Miguel Velázquez destacan dos rasgos importantes que prefiguran la cultura santiaguera: por una parte su sentido de arraigo y de pertenencia para con su terruño. Lo otro es que se considera el primer crítico del colonialismo español, y esto muchas veces se olvida en los libros de historia.

Este hombre escribió una estupenda frase referida al Santiago de Cuba que a él le tocó vivir: "Cuba triste tierra, como tierra tiranizada y de señorío". Esto hasta donde los historiadores han llegado en sus investigaciones es el enfrentamiento primigenio a un naciente sistema colonial hispano en América.

Luego hacia principios del siglo XVII tendríamos claramente una cristalización de la cultura santiaguera. Los ingredientes indígenas, hispanos y africanos, se han fusionado en el fondo del caldero de Ortiz y la prueba de ello es el surgimiento del culto a la Virgen de la Caridad del Cobre, un culto fundacional en nuestra identidad, la aparición del carnaval como un fenómeno autóctono que se desprende de las fiestas populares hispanas, y el Espejo de Paciencia, una obra que está vinculada al secuestro del Obispo Cabezas Altamirano, representante supremo de la Catedral de Santiago de Cuba y el cual es considerado un poema épico donde se destaca la pujanza que tiene la cultura criolla en la época.

Los ingredientes del ajiaco

Como testimonio de esa cultura aborigen tenemos el núcleo de ese poblado ubicado en el Caney. En Santiago de Cuba no es difícil identificar personas, por su estatura, color de piel, características somáticas que tengan algún vinculo con estas primeros habitantes. También hay una influencia en los cultos sincréticos contemporáneos, en la santería y otras prácticas, se habla de la Comisión India que son espíritus indígenas, los cuales pueden ser invocados para resolver distintos tipos de problemas.

España ya vendría siendo el tronco de la cultura santiaguera. No es difícil encontrar elementos fundamentales de la personalidad del santiaguero vinculado particularmente a los catalanes quienes tienen una repercusión notable en el siglo XIX y XX.

De África nos ha llegado entonces buena parte de ese río de magia que caracteriza la idiosincrasia del santiaguero.

También algunos autores hablan de la influencia enorme en la música, en el sentido especial que poseen los de esta tierra para el baile, en costumbres, incluso algunos hábitos alimentarios.

Decía el poeta Naderau: "Basta sentir el ruido de la tumba, su alegría con un no sé qué escalofriante, los raros tambores, preñados de ecos, el güiro escascabelado. Saber que el compás fue heredado de la seguramente amarga esclavitud de los abuelos, el alarido, el resonar solemne, el regocijo de los que tocan y la alegría de los que bailan. Algo que nos persigue y define lo santiaguero".

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