Plaza de la revolución

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domingo, 22 de febrero de 2015

Un tesoro de tradición e historia a nuestro alcance


Un tesoro de tradición e historia a nuestro alcancePor Ivianna Rodríguez Santana

Santiago de Cuba, 22 feb.— A pesar de su céntrica ubicación, a un costado de la Catedral primada de Cuba, está el Museo Arquidiocesano de Santiago de Cuba, donde el arte, la historia y la tradición, aguardan a santiagueros y visitantes.

Al subir la angosta escalera de esta galería, se nos revela un ambiente sombrío, no tanto por la insuficiente iluminación, como por la cantidad de cuadros, muebles y esculturas de grandes dimensiones, atiborrados en tan poco espacio.

Se exponen piezas de alto valor correspondientes al arte religioso católico, desde sus formas artesanales hasta el arte preciosista.

Sin embargo, este abigarrado aunque interesante escenario, rara vez tiene más compañía que la soledad. Casi siempre, las únicas dos salas que lo componen permanecen vacías, sin más presencia que  el responsable del museo, merodeando y repasando una y otra vez con la mirada lo que ya le resulta tan familiar.

Pero, lo que muchos desconocen es que este recinto de casi medio siglo de existencia, atesora un valioso patrimonio que trasciende hasta el propio devenir histórico de los cubanos.

Aquí está el Cristo original Crucificado del Castillo de San Pedro de la Roca (1838). Notable por sus dimensiones y tallado en Burdeos, ante el cual se arrodillaban los prisioneros condenados a muerte en aquella fortificación durante la colonia.

Está otro, mucho más pequeño, fue salvado del incendio de Bayamo, cuando sus pobladores decidieron hacer arder su ciudad antes de verla nuevamente esclava.

Aquí se atesora el acta de la primera misa de Cuba libre, el 8 de septiembre de 1898, en El Cobre, cuando los norteamericanos impedían la entrada de los mambises a Santiago de Cuba. Una imagen de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, llevada a la guerra por los mambises, habla de la tradición de lucha del pueblo santiaguero.

Se han custodiado por años las partituras de puño y letra del Padre de la música cubana, Esteban Salas.

Pero, quizás la obra que más atrae la atención, es la pintura del Santo Ecce Homo, considerada la obra pictórica más antigua de Cuba.

Traída de Cartagena de Indias a esta ciudad en 1610, fue convertida en culto y leyenda para los pobladores de la época. Fiel evocación de lo real maravilloso santiaguero.

Sin dudas es este un sitio de importancia no sólo para los que profesan determinada fe religiosa. Es además, espacio propicio para un encuentro con pasajes históricos e identitarios de los cubanos, y para todo aquel sensible al arte y a las obras humanas en toda su inmensidad.

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