Plaza de la revolución

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viernes, 27 de febrero de 2015

Carlos Manuel de Céspedes, insigne patriota cubano


Carlos Manuel de Céspedes, insigne patriota cubanoUn día como hoy, a  Patria perdió a un padre, cuya esencia se impregnó en los cubanos de hoy y del futuro

Por Esperanza Castellanos Cabrejas

Santiago de Cuba, 27 feb.— El 27 de febrero de 1874 la muerte nos despojó de uno de los cubanos más valerosos  para la historia de Cuba, Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, pero no pensó tal vez que se multiplicarían las ganas de un país libre, en un mar de pueblo que defiende esta tierra.

Para los cubanos solo existe un padre de la patria, impulsor de esta gesta revolucionaria que hoy se extiende en todas partes del mundo.

La primera campanada, el primer llamado a la guerra, la primera bandera, Bayamo en pie de lucha, Cuba atenta al llamado de la libertad, indican las esencias del poeta, abogado, primer Presidente de la República en armas; hombre  con infinita sensibilidad humana entregó su tiempo a los libros, a la música a pensar en su paísCarlos Manuel de Céspedes.

En tiempos de juventud visitó la Francia de las grandes y sonadas acciones de Luis Augusto Blanqui, de las ideas socialistas, anarquistas y románticas de Luis Blanc, Flora Tristán, y Lammenaís; la Alemania de las ideas socialistas utópicas y la cohesión de los grupos obreros; la Inglaterra de la era victoriana, la gran industria y el libre cambio, donde el movimiento cartista cobraba fuerza al aprovechar la coyuntura de la sostenida depresión industrial; la  Italiaconmovida por la acción de la Joven Italia de Mazzini, que había unificado las sociedades secretas del carbonarismo y a cuyas catacumbas Céspedes descendió para ver con sus propios ojos la forma de actuar de los revolucionarios italianos; la infeliz situación del raya (campesino turco) en Constantinopla ciudad azotada por turbulencias religiosas y violentas diferencias de clase; y por último, las costas del mar negro absorbidas por el imperio zarista ruso, situación que le mereció a Céspedes el verso: “El remedo del romano imperio dado al bárbaro norte en cautiverio”.

En fin, una Europa convulsa en la que el desmoronamiento del edificio de la Santa Alianza ante las acometidas liberales y de otros signos más radicales, era el rasgo político distintivo. A Céspedes no pudieron escapársele tan fuertes contrastes: de un lado, una colonia con un retrógrado sistema de plantaciones en la que todas las libertades estaban reprimidas y ahogadas. Del otro, el ejercicio de la constitución, el parlamentarismo, los partidos políticos, las asociaciones de obreros, la ley, la pluralidad y la difusión de las ideas.

Hoy Carlos Manuel de Céspedes respira libertad con la que tanto soñó.

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