Plaza de la revolución

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martes, 13 de mayo de 2014

Enrique Ávila y sus relieves escultóricos


Enrique Ávila y sus relieves escultóricosPor Coral Vázque Peña

Santiago de Cuba, 13 may.— Nunca pensó que sus obras se convertirían en íconos internacionales, que inspirarían otras similares en países tan distantes de Cuba, como lo es Argentina, y que regalaría una de las imágenes más reconocidas mundialmente del emblemático guerrillero heroico Ernesto Che Guevara.

Imposible resulta hablar de la historia de las esculturas monumentales de grandes dimensiones en América Latina sin mencionar el nombre de Enrique Ávila, un cubano nacido en el año 1952, en la oriental provincia de Holguín, que decidió fundir el acero y la luz, y crear obras de arte que seducen la vista de quienes las ven y perpetúan en la memoria los próceres de Cuba.

A él se deben los relieves escultóricos emplazados en la Plaza de la Revolución, en Ciudad de La Habana, del Che y Camilo, y más reciente la figura de Juan Almeida, en el Teatro Heredia, en Santiago de Cuba, segunda urbe de importancia de la nación caribeña.

Periodista: Como artista, ¿qué trata de reflejar en sus retratos escultóricos?

Enrique: En el caso de los retratos escultóricos de Camilo Cienfuegos y de Juan Almeida Bosque, el último que realicé, traté de captar la sensación que transmitían sus sonrisas. En ambos es un gesto único, muy expresivo y sincero. Todo el que los llegaba a conocer, percibía la nobleza que brotaba de ellos a través de la sonrisa.
Sin embargo, tratar de capturar ese detalle de la personalidad, con una línea tridimensional de acero, es muy difícil. Por eso necesariamente tengo que apoyarme en otras partes del rostro como son los ojos.

En el caso de Almeida, por ejemplo, en la obra que está en la Plaza de la Revolución Mayor General Antonio Maceo, en Santiago de Cuba, empleé dos retratos, uno para los ojos donde él se reía, y otra para los labios, donde estaba serio. Igualmente sucedió con la figura de Camilo, la que está emplazada en Ciudad de La Habana.

Periodista: Enrique ya que hablamos de Juan Almeida y la frase que acompaña el retrato, “AQuí no se rinde nadie”, ¿Por qué se decidió utilizar la letra “Q” en mayúscula?

Enrique: Hay una anécdota relacionada con esta decisión y que muchos desconocen. El propio Ché cuenta en sus textos que en una ocasión lo hieren en combate, en una de las primeras acciones militares en la que participó, y él mismo relató que se le nublaba y oscurecía la visión, a lo que Almeida, al percatarse, lo agarró y le dijo: “vamos chico que lo que tienes es un rasguño, levántate y vamos”.

Ese es el sentido del texto “Aquí no se rinde nadie”, que tiene un gran significado en la historia nacional, y por eso se decidió acompañar la pieza en relieve escultórico con la enigmática frase.

La frase es una copia fiel a la caligrafía del Comandante de la Revolución, y la letra “Q” está en mayúscula porque él siempre la escribía así. Estudié un gran número de documentos y escritos originales, buscando la letra Q que era la que necesitaba.

Por ejemplo, la palabra “aquí” la encontré en un poema y “rinde” en un parte escrito por él a Fidel Castro, y así sucesivamente las fui hallando todas hasta conformar el texto del relieve escultórico.

A mí no me gustaba cómo se veía la “Q” en combinación con las demás letras. Lo conversé con un asistente de Juan Almeida y me aseguró que él era y escribía así. Al final, viéndola en la escultura, se ve más artística escrita en mayúscula, se sale de lo corriente, y forma parte de su personalidad y forma de ser.

Es recurrente en su obra el uso de los relieves escultóricos para captar la personalidad y el empleo de frases.

Camilo, Che y Almeida legaron a la historia nacional su ejemplo pero también varias frases que constituyen muestras importantes de su carácter y forman parte del patrimonio y la idiosincrasia del cubano.

En el caso de Che, se acompaña de un texto que le ha dado la vuelta al mundo y que es “Hasta la victoria siempre”, quizás uno de los más famosos pronunciados por él. Al lado Camilo no podía faltar “Vas bien Fidel”, como una representación simbólica de la repuesta del Héroe de Yaguajay ante la pregunta de Fidel Castro, pronunciada el 8 de enero de 1959, en el campamento de Columbia. En cuanto a Juan Almeida, no podía ser otra que “Aquí no se rinde nadie”.

Periodista: Ávila el uso de la luz es recurrente en su obra. ¿Por qué decidió usar el color naranja en todos sus relieves escultóricos de la Plaza de la Revolución José Martí, y en el de Almeida?

Enrique: Si miras el fuego, se compone de colores cálidos, entre ellos el naranja, el amarillo y el rojo, y en este caso, al igual que sucede con las figuras de Camilo y el Ché, siento que es el apropiado para expresar esa valentía y coraje característicos de Juan Almeida.

No se me ocurriría emplear, por ejemplo, una luz blanca. Si fuera el Héroe Nacional, José Martí, podría emplear ese color, por el pensamiento y el contenido que representa el Apóstol, que era un gran intelectual y pensador, no un hombre de combate, aunque murió en uno.

Almeida, Camilo y Che están más asociados a la guerra, sí trascendieron por sus grandes hazañas, en las que fueron heridos en varias ocasiones. Además, decidí emplear la tecnología LED, aportada por la marca Philip, cuyo gasto total llevado a la escala de la electricidad que se emplea en un hogar, no supera el consumo de una plancha eléctrica. También ofrece una iluminación muy pareja.

Periodista: ¿Qué siente Enrique Ávila al regalar a los santiagueros una imagen de Juan Almeida Bosque, con una fuerza simbólica tan singular?

Enrique: Siempre admiré a Juan Almeida Bosque, el trabajo que hizo por las provincias del oriente del país y especialmente por Santiago de Cuba, territorio donde se percibe que se le recuerda con muchísimo cariño.

Yo pienso que de la misma forma que Plaza de la Revolución de Ciudad de La Habana, donde está José Martí, necesitaba la presencia de Camilo y el Che, este sitio en Santiago de Cuba requería una imagen del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, que representa la historia años antes de 1959 y después de esa fecha. Almeida es de Cuba, pero principalmente, de los santiagueros.

Para mí la obra dedicada a Almeida tuvo un significado especial, porque fue el propio Comandante de la Revolución el que me ayudó en la realización de la pieza del Che, entonces te imaginarás que años después realizar otra dedicada a Almeida, fue de una gran significación…

Periodista: ¿Cómo le gustaría a Enrique Ávila que lo recordaran?

Enrique: Como lo que soy, una persona sencilla, que le gusta conversar, relacionarse, escuchar, también me encanta estudiar y siempre hacer algo, igualmente nunca estoy conforme con lo que hago. Además me gustaría que me recordaran como artista del pincel, porque pinto, no solo hago relieves escultóricos.

Periodista: ¿Qué enorgullece a Enrique Ávila cuando mira en retrospectiva su vida y en especial sus obras?

Enrique: Me gustan las buenas noticias que mis obras pueden inspirar. ¿Un ejemplo? Hace ya algunos años recibí con alegría la notificación que el retrato escultórico del Che había inspirado a la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, a emplazar en ese país una pieza similar dedicada a Eva Perón.

Lamentablemente no pude participar en su confección, pero sus autores siempre me comentaban los avances en la realización de la escultura. La propia presidenta argentina me escribió personalmente una carta muy linda donde expresó su admiración por mi trabajo.

Eso me enorgullece, que mis relieves motiven esas expresiones de sinceridad. Igualmente me hace feliz saber que la pieza del Che se vea a nivel mundial como símbolo de la Revolución Cubana, y siempre que se use con motivos honestos, no me molesta.

Periodista: ¿De sus obras que existen en casi todo el país cuál es su favorita?

Enrique: Jajajaja… eso es complicado.

El cubano Enrique Ávila Gonzáles desde que salió de la Escuela de Artes Plásticas de su ciudad natal, no ha parado de darle luz y dimensión a los próceres de la historia revolucionaria de Cuba. Por su obra y sus modos de plasmarla, el poeta Pablo Armando Fernández lo llamó en uno de sus poemas “el verdadero rostro de la luz”.

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