Por Noris Rosado FigueredoSantiago de Cuba, 9 may.— Para Celia Sánchez Manduley, la Flor más Autóctona de la Revolución Cubana, siempre, hay palabras y frases hermosas. En especial, este 9 de mayo, en que se cumplen 94 años de su nacimiento, allá en su amado pueblo de Medialuna, en la provincia Granma.
Ella es la guerrillera de la sierra.
Considerada una Mariana Grajales, de la última etapa de nuestra guerra
de liberación y alma del Ejército Rebelde.
Hoy recordamos algunos pasajes de su vida, porque desde muy pequeña, Celia fue rebelde, valiente y firme, aunque con un corazón noble. Así la describió hace muchos años, Adolfina Cossío, la maestra ya fallecida, que tuvo Celia allá en su tierra natal.
Luego del desembarco de las expedicionarios del Yate Granma, al mando de Fidel Castro Ruz, fue Celia una de las primeras en alentar a aquellos hombres del naciente Ejército Rebelde y les impregnó la confianza en la victoria.
Desde los primeros momentos, esta sencilla mujer causó gran impresión entre los guerrilleros, y eso lo expresó Fidel, el Comandante Invicto, en una carta que enviara a Celia, luego del regreso de ella al llano, donde le escribió: "Aquí guardamos un recuerdo grato de tu presencia, se nota el vacío"
En realidad, los que la conocieron la califican como la nobleza del corazón, pues ella fue la amiga de todos y muy preocupada por los problemas de los conocidos y de las personas que le escribían, para plantearle cualquier dificultad.
Para Celia, Fidel era el continuador de las ideas y la obra de José Martí. Desde el triunfo revolucionario, hasta su muerte, el 11 de enero de 1980, esta mujer cubana, ocupó
diferentes cargos y siempre buscó los más mínimos detalles de la documentación relacionada con la Revolución, con la naturaleza, con la vida toda de los cubanos, para quien ella será hoy y siempre la Flor Autóctona de la Revolución Cubana.
Hoy recordamos algunos pasajes de su vida, porque desde muy pequeña, Celia fue rebelde, valiente y firme, aunque con un corazón noble. Así la describió hace muchos años, Adolfina Cossío, la maestra ya fallecida, que tuvo Celia allá en su tierra natal.
Luego del desembarco de las expedicionarios del Yate Granma, al mando de Fidel Castro Ruz, fue Celia una de las primeras en alentar a aquellos hombres del naciente Ejército Rebelde y les impregnó la confianza en la victoria.
Desde los primeros momentos, esta sencilla mujer causó gran impresión entre los guerrilleros, y eso lo expresó Fidel, el Comandante Invicto, en una carta que enviara a Celia, luego del regreso de ella al llano, donde le escribió: "Aquí guardamos un recuerdo grato de tu presencia, se nota el vacío"
En realidad, los que la conocieron la califican como la nobleza del corazón, pues ella fue la amiga de todos y muy preocupada por los problemas de los conocidos y de las personas que le escribían, para plantearle cualquier dificultad.
Para Celia, Fidel era el continuador de las ideas y la obra de José Martí. Desde el triunfo revolucionario, hasta su muerte, el 11 de enero de 1980, esta mujer cubana, ocupó
diferentes cargos y siempre buscó los más mínimos detalles de la documentación relacionada con la Revolución, con la naturaleza, con la vida toda de los cubanos, para quien ella será hoy y siempre la Flor Autóctona de la Revolución Cubana.
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