Autor: Armando Fernández Martí
Si recordar es volver a vivir, en la mañana de ayer, observando la larga
fila de santiagueros que acudieron al Mausoleo de la Plaza de a
Revolución Antonio Maceo para rendirle homenaje póstumo al fallecido
Comandante presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, volvimos a vivir
aquella otra jornada del 22 de diciembre de 2007 cuando la población
indómita se volcó a las calles para saludar al líder de la Revolución
Bolivariana, quien visitó la ciudad por varias horas junto al General de
Ejército Raúl Castro Ruz.
Ayer volvimos a la Plaza con la misma
emoción sólo que la alegría de entonces se transformó en tristeza, por
ahora, porque sabíamos que a ese hombre como ser humano que era, la
muerte lo había vencido por mucho que luchó contra ella, y que ya no
estaría más entre nosotros físicamente contagiándonos de su grandeza, de
su infinito optimismo, de su extrema confianza en el futuro y sobre
todo, de la certeza de que inevitablemente más temprano que tarde, la
victoria pertenecería a los humildes de la tierra.
Dijo José
Martí, que “Es gran gozo vivir entre hombres a la hora de su grandeza”.
Vivimos con Chávez en este momento histórico de la humanidad y desde
hace 14 años, le vimos crecer cada día para hacerse gigante, no porque
él quiso, sino porque se ganó ese calificativo con su actuar por
Venezuela, por la América nuestra, por el Caribe y por el mundo,
redimiendo a esa gran masa de hombres y mujeres que por ser humildes no
contaban, y que en lo adelante constituiría el ejército de los
desposeídos, como el de Simón Bolívar, para las batallas por venir y por
ganar.
Para los cubanos, Chávez fue un padre, un hijo, un
hermano, un amigo de corazón y no de palabras, porque lo demostró más de
una vez. Su patria, Venezuela, y Cuba, siempre han estado unidas por
una hermandad indestructible, ya desde los tiempos de José Martí cuando
dijo: “Deme Venezuela en que servirla”
Hoy en tan triste momento,
los santiagueros, como todos los cubanos, volvemos a decirle al pueblo y
al gobierno bolivariano: “Deme Venezuela en que servirla”, y allí
estaremos, junto a los millones de Chávez en que se ha convertido el
pueblo venezolano desde la tarde del 5 de marzo de DOS MIL TRECE, para
que su Comandante Presidente y sus ideas vivan por siempre.
Al
decir del cantautor Alí Primera: “Los muertos por la vida no pueden
llamarse muertos, / y a partir de este momento está prohibido
llorarlos”. Pero al pasar frente a tu enorme foto donde nos ofreces como
hace casi seis años cuando visitaste Santiago tu amplia y contagiosa
sonrisa, te pedimos permiso Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, para
dejar escapar de nuestros ojos, como los de tantos, unas lágrimas, no
porque hayas muerto, sino porque te fuiste a un largo viaje a la
eternidad, junto a tu Dios, para desde allí seguir dirigiendo sublimes
batallas por la vida de ese gran ejército de los humildes del cual eres y
serás su Comandante ¡hasta la Victoria Siempre!.
¡Gloria eterna para ti hermano del alma!
Ayer volvimos a la Plaza con la misma emoción sólo que la alegría de entonces se transformó en tristeza, por ahora, porque sabíamos que a ese hombre como ser humano que era, la muerte lo había vencido por mucho que luchó contra ella, y que ya no estaría más entre nosotros físicamente contagiándonos de su grandeza, de su infinito optimismo, de su extrema confianza en el futuro y sobre todo, de la certeza de que inevitablemente más temprano que tarde, la victoria pertenecería a los humildes de la tierra.
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