Plaza de la revolución

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miércoles, 17 de octubre de 2012

Democracia, participación y transparencia: tres pilares de las Elecciones en Cuba

Autor : Ricardo Rodríguez Cabrera

El próximo domingo los cubanos irán nuevamente a las urnas, esta vez para elegir a los delegados de circunscripción ante las asambleas municipales del Poder Popular.

En este contexto, los enemigos de la Revolución no pierden tiempo y con su campaña mediática  tratan de descalificar este acto soberano del pueblo, sin tener en cuenta que en los comisios del 21 de octubre, millones de patriotas demostrarán al mundo el carácter esencialmente democrático, cívico y transparente del Sistema Electoral de Cuba, y lo harán conscientes y con elevada participación de todos los miembros de la sociedad.

Quienes arremeten contra dichas elecciones olvidan tal vez que esta nación no es la Cuba del pasado. La Revolución ha consolidado las instituciones del Poder Popular y hoy está inmersa en nuevas transformaciones sociales y económicas que sin dudas derivarán en mayor fortalecimiento del proceso electoral. Por eso, resulta oportuno remarcar algunos principios y valores que distinguen a este acto de derecho y voluntad popular.

Hace más de un siglo, la primera intervención norteamericana en la isla echó por tierra las prácticas democráticas que habían establecido los mambises en los territorios ocupados en su lucha independentista contra la metrópolis española. En el padrón electoral de entonces, impuesto por el gobierno yanqui, sólo aparecía una minoría de la población isleña de un millón y medio, por cierto blanca y con elevados ingresos; el resto de los habitantes no tenía derecho al voto.

Así nacieron, enfermas como la propia “república”, aquellas “elecciones”, marcadas por la exclusión social, el fraude, la compra de votos, las campañas millonarias y hasta la violencia en el mejor estilo norteamericano.

Fueron protagonizadas batallas “democráticas” que muchas veces se resolvían a tiro limpio, entre los conservadores del presidente Mario García Menocal (“el Mayoral de Chaparra”) y los liberales de Gerardo Machado Morales, conocido por el pueblo como “el Asno con Garras”, quien enarbolaba la consigna de “Agua, Caminos y Escuelas”, que nada ofrecía a los humildes, los cuales seguían hundidos en la miseria, mientras los gobernantes y su comparsa de burgueses se enriquecían mediante la corrupción, y la entrega del país a los monopolios imperialistas.

Así fueron los sufragios cubanos hasta que en 1959 la Revolución Cubana puso fin a la politiquería imperante y consolidó un sistema electoral verdaderamente justo, cívico, educativo, sin preferencias de ninguna clase y que garantiza a todos los ciudadanos sus derechos a elegir y ser elegido de forma directa y secreta.

En la Cuba actual es el pueblo el que postula y elige de su seno, no sólo a quienes considera con condiciones para representarlo ante el gobierno local, sino también a los delegados a las asambleas provinciales, y los diputados al Órgano Supremo del Estado, la Asamblea Nacional, la cual el próximo 2 de diciembre cumplirá 36 años expresando y defendiendo la voluntad soberana de la inmensa mayoría de los cubanos.

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