Plaza de la revolución

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domingo, 20 de noviembre de 2011

La cuenta propia… sí da la cuenta

Por Israel Hernández Planas

Caminar por las calles de Santiago hoy es un verdadero reto a la contención golosa de engullir pizzas, bocaditos, dulces y refrescos. También conviven en franca competencia los comercios de ventas de zapatos o restaurantes privados que matizan las opciones de la población en materia de servicios.

Un verdadero festival de pequeños negocios pueblan los barrios y cada uno se dispone a brindar lo mejor para que el cliente se fije en la oferta más tentadora y no cruce con la competencia.

De manera que la resolución 32 del 7 de octubre del 2010 vino al rescate de varios comercios que como los dinosaurios se extinguieron en masas hace mucho tiempo pero con esta nueva directiva se realzan de sus cenizas y se restituyen a favor del bien propio del negociante y del cliente que busca el producto o el servicio.

Con especial estudio del mercado se nota la pujanza de peluquerías, reparador de celulares y los llamados paladares que cuan empresas modernas hacen su propia publicidad a través de volantes con atractivos diseños y sobre todo, tratando de marcar la diferencia.

Sin embargo no son todos los cuentapropistas los que piensan en dar el mejor servicio al pueblo. Un ejemplo de ello lo constituyen los transportistas privados, cuyos vehículos en muchas ocasiones no tienen la calidad requerida para la transportación de personal y, confort aparte, muchos dejan tanto que desear en materia de discurso y comportamiento que solamente la necesidad de llegar al sitio deseado nos impulsa a tomar ya sea un camión, la camioneta o el carro ligero.

Se trata de una actitud sociológica. Hasta ayer el transporte privado era una de las pocas empresas cuyas operaciones eran permitidas bajo el ejercicio de la cuenta propia. Como dirían los refraneros, en el país de los ciegos, el tuerto es rey.

Hoy hay una verdadera avalancha, no sólo de comerciantes de otros sectores, si no los mismos transportistas; situación que impone que los propietarios de camiones y camionetas comiencen a tener sentido de empresa, incluyendo relaciones públicas y estrategias orientadas al mejor servicio por parte de los cobradores y de los choferes.

Por lo pronto place mucho ver que el diapasón mercantil se ha abierto para bienestar de comerciantes y clientes. Además de dar empleo a los que no lo tenían, los nuevos puestos de servicios y productos están llamados a fortalecer la economía interna en un proceso de reordenamiento que cada día se vuelve tan necesario como indetenible.
 

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