Plaza de la revolución

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domingo, 8 de septiembre de 2019

El Cobre, lugar de sagrada identidad cubana

Mixtura de historias, leyendas y mitos para convertirlo en una cita referencial de la Patria

Por María Elena López Jiménez

Santiago de Cuba, 8 sep.— Desde los 4 puntos cardinales del poblado de El Cobre se divisa el monumento a Cimarrón en el cerro del Cardenillo y en el promontorio paralelo, hacia al norte, exhibe su arquitectura la Basílica Menor de nuestra Señora de la Caridad del Cobre, mejor dicho, la virgen de la Caridad o simplemente para el cubano, Cachita. La patrona de Cuba. Un mar de sentimientos se unen para hacer del sitio una fuerza de identidad. 

El primer canto del cimarrón y de palenques se encontró en este sitio entre montañas, que al principio se conoció como Santiago del Prado, distante a más de 20 kilómetros de la ciudad de Santiago de Cuba y aún conserva como testigo el camino viejo de El Cobre o camino viejo de la Isla.

Allí se rompieron por vez primera en América las cadenas de la esclavitud, resguardado por una cordillera evocadora de la extracción del mineral en la mina a cielo abierto más antigua de América Latina.

La historia del Cerro  se remonta cuando era habitado por aborígenes, y que los conquistadores españoles localizaron en 1529 un yacimiento  de cobre que de inmediato pusieron en conocimiento del Rey.

Aborígenes y esclavos traídos de África trabajaron juntos en las labores de extracción del valioso mineral que se utilizó en la fabricación de los cañones de las fortificaciones y posteriormente en los utensilios y maquinarias de la naciente industria azucarera.

El 8 de enero de 1599, el capitán Francisco Sánchez de Moya, administrador de las minas, nombró  al nuevo poblado Santiago del Prado hasta que al paso del tiempo tuvo otro más sencillo: El Cobre. Así surgió el primer caserío

minero en las entrañas montañosas del oriente cubano; el mismo que testimonió la rebeldía esclava y que no terminó hasta lograr en 1801 la libertad y los derechos sobre la tierra. Este notable proceso histórico motivó que varios siglos después la UNESCO destacara al poblado de El Cobre como un hito en la Historia de la Esclavitud en esta parte del mundo.

Primero fue el trabajo esclavo y luego la bella leyenda de la Caridad del Cobre.

Según la tradición y la narración oral, luego escrita, la historia del Santuario comienza cuando la imagen de la Caridad del Cobre fue encontrada, por los hermanos indios Juan y Rodrigo de Hoyos y el negro esclavo Juan Moreno, quienes la hallaron flotando sobre las aguas de la Bahía de Nipe y con la inscripción: «Yo soy la Virgen de la Caridad». La imagen fue depositada primeramente en un pequeño altar en el Hato de Barajagua, ya que el altar principal de la iglesia del Cobre pertenecía a Santiago, Patrón de la ciudad cabecera y los otros dos estaban ocupados por Santa Bárbara y Nuestra Señora del Rosario.

Luego se le construyó una ermita próxima a la iglesia y poco después, a finales del siglo XVIII, empezaron a nacer mitos y leyendas de los milagros de la Virgen del Cobre y de esa manera desplazó poco a poco la veneración a Santiago Apóstol que sentían los vecinos y lugareños de las comarcas aledañas.  En 1915 los Veteranos de la Guerra de Independencia, le solicitaron al Papa Benedicto XV que la proclamara patrona de Cuba, acción que sucedió el 10 de Mayo de 1916 y coronada en 1936; con los años se erigió como símbolo y mito de la cultura cubana.

La Caridad del Cobre trascendió tanto de los altares de la religiosidad popular como de los santuarios oficiales para representar nuestra cubanía, mestiza, cimarrona y rebelde. Es Nacionalidad.

El Monumento al Cimarrón fue inaugurado durante el XVII Festival de la Cultura Caribeña y forma parte de la Ruta del Esclavo proyecto de la UNESCO que comienza en las costas africanas.

El bronce fue el metal escogido para el Monumento. Se alza a más de 9 metros  la escultura creada por el santiaguero Alberto Lescay : parece una mano abierta al cielo surgida de  las profundidades deteniendo al viento y  como base, un ”caldero congo”, el macuto que devino caribeño, mejor dicho, una Nganga, centro de fuerza y arraigo de las raíces africanas; da la visión de la cabeza de un caballo, de un perro o cualquier otro animal de monte; yo prefiero decirle, “un cagüeiro”. Cuando el cimarrón se transformaba en su huida para no ser visto ni apresado; según los relatos, se transformaba en tronco, en árbol o en animal… Desde las entrañas de las minas y de las montañas se hizo rebelde, imbricado hoy en nuestros sentimientos libertarios. Legó sus huellas profundas al sentimiento cubano y caribeño.

El cobrero además de la tradición de su terruño también tiene don de gente: Marcado por ese sello local, es un ser afable, cariñoso, sincero, rebelde como sus ancestros, orgulloso de su historia, amante de la usanza minera, y de la música y del baile, mostrados en su conjunto danzario “El Cimarrón” y en la Steel Band, que forman partes de sus reliquias.

Por sus valores históricos, paisajísticos y su íntima vinculación con la espiritualidad cubana e identidad nacional, el Paisaje Cultural de El Cobre y sitios del Camino de la Virgen de la Caridad fueron declarados como Monumentos Nacionales.

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