Plaza de la revolución

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lunes, 4 de febrero de 2019

II Declaración de La Habana documento de excepcional trascendencia latinoamericana

Por Armando Fernández Martí

Santiago de Cuba, 4 feb.— Hace 57 años, el 4 de febrero de 1962, más de un millón de cubanos se concentraron en la Plaza de la Revolución José Martí, de la capital, para aprobar la Segunda Declaración de La Habana, como viril y digna respuesta a la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos, la OEA, el 31 de enero y en repudio a la decisión de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos de romper sus relaciones con la isla, salvo la honrosa excepción de Méjico.

La Segunda Declaración de La Habana devino entonces en una contundente denuncia contra Estados Unidos y su política de rapiña hacia nuestra América, política que hoy trasciende las fronteras de este continente y se extiende por todo el mundo, como lo confirman las actuales pretensiones hegemónicas del imperio yanqui.

El hambre, la miseria, las desigualdades sociales, el analfabetismo, las enfermedades, la incultura y otros males que entonces minaban a América Latina, son males que hoy afectan a millones de personas, que viven en los países pobres del Tercer Mundo. La Segunda Declaración de La Habana fue una brecha abierta por Cuba en las entrañas del imperio y un documento que sirvió de base a muchos pueblos, para romper sus cadenas o lanzarse a la lucha para, como dice el histórico documento, "alcanzar la verdadera y definitiva independencia".

Esta declaración hecha pública el 4 de febrero de 1962, es considerada por muchos como el documento político más importante y trascendental de América Latina en la segunda mitad del pasado siglo. Fue un análisis científico y guía para la acción, esclareciendo el surgimiento del capitalismo en su fase superior, la imperialista, así como la situación contemporánea del imperio y su crisis que es insalvable.

Los cubanos desde entonces hemos estado en el centro de esa lucha estando dispuestos cada día a dar la vida por nuestro país y nuestra independencia y dar la vida también por la libertad de otros pueblos, como ya se ha demostrado más de una vez a lo largo de estos años de Revolución.

Hoy, 57 años después de aprobarse la Segunda Declaración de La Habana, los imperialistas yanquis persisten en sus planes agresivos contra Cuba, pero como entonces, la viril respuesta de los cubanos la crucial Batalla de Ideas que libramos, no solo por mantener nuestras conquistas, sino para hacer que la América Latina y el mundo sean cada vez más libres.

Nuestra pequeña honda de David estará siempre presta a ser disparada contra el gigante Goliat y derribarlo, como reza el pasaje bíblico.

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