Santiago de Cuba, 24 dic.— Operación Regalo de Navidad, bajo ese nombre se llevó a cabo a partir del 24 de diciembre de 1956 uno de los más repugnantes crímenes colectivos de la dictadura de Fulgencio Batista cuando en la región del norte oriental fueron asesinados 23 opositores del régimen de distintas tendencias políticas, incluidos dirigentes obreros y campesinos.
La orden de ejecutar tan dantesca operación fue transmitida personalmente por el dictador Batista al Jefe del regimiento número 8 de la Guardia Rural con sede en Holguín, al mando del siniestro Coronel Fermín Cowley Gallego, temiendo se repitiera en otra ciudad oriental lo sucedido en Santiago de Cuba el 30 de noviembre, conociendo además que Fidel y varios expedicionarios del Granma se encontraban en la Sierra Maestra reorganizando la lucha.
Aprovechando la tradicional reunión familiar navideña los sicarios de la dictadura detuvieron a casi todos los opositores en sus propios hogares asesinándolos o ahorcándolos entre el 24 y el 25 de diciembre.
En el caso de Rafael Orejón, la primera víctima, era trabajador de la Nicaro Níquel Company, siendo ultimado cuando viajaba en un automóvil para reunirse con los suyos en Guantánamo. Era jefe de acción y sabotaje del Movimiento 26 de Julio en la zona de Nicaro.
Los cuerpos de los ejecutados en la macabra operación fueron lanzados en lugares apartados de varias poblaciones de las antiguas regiones de Las Tunas y Holguín, lo que provocó una repulsa popular. Desde entonces, este crimen fue conocido como las Pascuas Sangrientas.
Varias causas judiciales fueron abiertas contra los ejecutores de los asesinatos, entre ellos el propio Coronel Cowley, pero como era de esperar, todos los criminales fueron absueltos, echándole la culpa de los asesinatos a ajustes de cuentas entre bandas subversivas o terroristas.
El Coronel Fermín Cowley Gallego, principal autor de estos crímenes y más adelante también de los cometidos contra los expedicionarios del Yate Corinthia, fue ejecutado por un comando del Movimiento 26 de Julio el 23 de noviembre de 1957 en la ciudad de Holguín.
Hoy al cumplirse el aniversario 62 de las Pascuas Sangrientas solo digamos: ¡Gloria eterna a los 23 revolucionarios asesinados!
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