Por Amando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 5 dic.— El 5 de diciembre de 1956, hace hoy 62 años, los 82 expedicionarios del yate Granma que tres días atrás habían desembarcado por Playa Las Coloradas, en Niquero, fueron sorprendidos por el ejército a orillas de un cañaveral en el lugar conocido por Alegría de Pio, atacándolos fuertemente, lo que hizo que el grupo se dispersara por toda aquella zona desconocida para ellos, corriendo distintas suertes.
Dejemos que sea el Che, testigo excepcional de aquel momento quien nos narre parte de lo sucedido: “Habíamos desembarcado el 2 de diciembre (…), perdiendo casi todos nuestros equipos y caminando durante interminables horas por ciénagas de agua de mar con botas nuevas; esto había provocado ulceraciones en los pies de casi toda la tropa”
Más adelante prosigue el Che: “En la mañana del día 5, eran pocos los que podían dar un paso más; la gente desmayada caminaba pocas distancias para pedir descansos prolongados. Debido a ello se ordenó un alto a la orilla de un cañaveral (…) la mayoría de nosotros durmió aquella mañana”
Es en esas circunstancias en que son sorprendidos los 82 expedicionarios del Granma sobre los cuales cayó un huracán de balas, que no permitió organizar la defensa, obligando a dispersarse a los expedicionarios por diferentes rumbos, aunque tres de ellos fueron muertos durante la emboscada.
De una forma u otra los 79 combatientes restantes lograron retirarse del lugar en pequeños grupos. Perseguidos encarnizadamente por el ejército, 38 expedicionarios fueron apresados de los cuales 18 fueron asesinados y otros 20 trasladados a Santiago de Cuba donde fueron juzgados por el Tribunal de Urgencia y condenados a seis años de prisión. Algunos lograron escapar hacia las ciudades y posteriormente se incorporaron a la lucha.
20 días después del revés de Alegría de Pio, el 25 de diciembre de 1956, Fidel y unos 15 supervivientes del Granma con unas pocas armas, dejaban la Finca de Mongo Pérez, en Purial de Vicana, donde lograron reencontrarse, para ascender ese día el firme de la Sierra Maestra y seguir luchando hasta vencer o morir.
Estar recordando estos hechos, 62 años después, es posible porque aquella Revolución cuyo final pudo haber sido aquel trágico 5 de diciembre, convirtió aquel revés en victoria con el triunfo definitivo el primero de enero de 1959.
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