Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 6 ago.— El 6 de agosto de 1945 el entonces Presidente de Estados Unidos Harry Truman ordenó lanzar sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, la primera bomba atómica de la historia fabricada a partir del uranio y que provocó la muerte de más de 140 mil personas, 80 mi de ellas de forma inmediata.
Fue aquel sin dudas, un acto de salvajismo por parte de Estados Unidos, pues ya en esos momentos Japón tenía perdida la guerra, lo que fue reconocido años después por el General Douglas MacArthur, quien señaló que, “no había ninguna necesidad militar de emplear la bomba atómica en 1945.
No bastándole ese holocausto de Hiroshima, tres días después el 9 de agosto, Estados Unidos lanzó una segunda bomba atómica, esta vez de plutonio sobre la ciudad de Nagasaki, con un saldo de más de 50 mil muertos de inmediato, mientras que en un tercer ataque de igual características, sobre la ciudad de Kakusa, no llegó a efectuarse debido al mal tiempo existente en esa localidad nipona.
Las verdaderas intenciones del imperio no fueron la de doblegar a Japón, sino demostrarle al mundo la superioridad militar norteamericana al poseer el arma nuclear con la cual pretendió desde entonces, chantajear a enemigos y amigos que podrían correr igual riesgo de oponerse a los designios estadounidenses.
Sin embargo, suman ya varias las naciones que han logrado desarrollar el arma nuclear y hoy 73 años después del genocidio de Hiroshima existen unas 20 mil bombas de ese tipo, diez veces más potentes que la lanzada sobre la ciudad japonesa en agosto de 1945, que se despliegan por diferentes regiones del planeta y que podrían hacerlo desaparecer en apenas unos minutos de producirse un conflicto a nivel mundial.
Las siniestras sombras del hongo nuclear que hace siete décadas apareció sobre Hiroshima y Nagasaki amenaza con extenderse hoy por otras regiones del mundo, dejando a su paso muerte y desolación, porque l imperio que la utilizó entonces no comprende que los tiempos han cambiado y que ya no puede campear libremente por su respeto sobre los destinos de la humanidad como 73 años atrás.
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