Tomado de Granma
La Habana, 28 jul.— A propósito de los 50 años de vida artística de Alberto Lescay Merencio, la galería del Memorial José Martí, en la Plaza de la Revolución de La Habana, acoge una amplia exposición suya que incluye no solo óleos y dibujos, sino varias esculturas, en realidad, impecables bustos de patriotas cubanos.
Inaugurada allí el viernes 20 de julio, a las 7:00 p.m., la muestra despliega la maestría formal, entre otros factores, de la obra de este santiaguero irreductible cuya percepción de la patria alcanza una categoría estética originalísima.
En sus palabras de inauguración, el escritor Omar González trazó un fresco del nacimiento de su versátil producción plástica y dejó sentadas las bases para comprender no solo la voluntad de estilo del artista y su rigor excepcional, sino su aguda sensibilidad para captar y recoger, como suyas, las esencias de la historia cubana que aprendiera a amar desde su infancia, que transcurriera en las lomas de una ciudad como Santiago, eternamente rebelde y legendaria.
Son conocidos y apreciados los valores de la escultura de Alberto Lescay, concebida como parte integrante de los espacios públicos que, de paso, adquieren, en su mano, una nueva dimensión funcional y, por supuesto, ligada a la más legítima exaltación de los valores insulares.
Ejemplos de ese oficio suyo son la efigie de Antonio Maceo, enclavada en el centro de la Plaza de la Revolución santiaguera, así como la más reciente figura de Mariana Grajales, estilizada por los aires de su estirpe, junto a la del monumento dedicado a la memoria de Carlos Manuel de Céspedes, a la entrada del cementerio de Santa Ifigenia, santuario de la rebeldía nacional.
En Viaje perpetuo, podemos disfrutar de una serie de bustos sobre figuras históricas que van desde el rostro de Ernesto Che Guevara, al del teniente Pedro Sarría Tartabull, de la Guardia Rural, quien, en días posteriores al asalto del Moncada, encuentra a Fidel dormido junto a dos de los asaltantes, refugiados los tres en un vara en tierra ya en las zonas rurales cercanas a Santiago. Es conmovedora la transparencia del busto para expresar la tierna bondad de aquel militar pundonoroso. Al pie del busto una inscripción: «Las ideas no se matan».
Alberto Lescay desde un punto de la Tierra –que es la ciudad de Santiago–, nos invita a este viaje perpetuo a través del amor a los valores patrios y a la necesidad del arte como expresión suprema de esos valores. Como solo saben hacerlo los que habitan constantemente rodeados de mar y de azules montañas, en su escenario natural: el Caribe. La Casa del Caribe de Vista Alegre, en Santiago de Cuba –en su más reciente Festival– tuvo a bien auspiciar asimismo la exposición Navegar, un mano a mano entre Alberto Lescay Merencio y Eduardo Roca Salazar (Choco), premio nacional de Artes Plásticas 2017. (Nancy Morejón)
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