Plaza de la revolución

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sábado, 26 de mayo de 2018

Oscar Antonio Lucero Moya: extraordinario combatiente por la justicia

Por Armando Fernández Martí

Santiago de Cuba, 26 may.— Después de la huelga del 9 de abril de 1958, el día 28 de ese mes, agentes del Servicio de Inteligencia Militar del régimen dictatorial, detuvieron en un apartamento del Vedado en La Habana, a Oscar Antonio Lucero Moya, quien se desempeñaba como jefe de acción del Movimiento 26 de Julio en la capital.

Del joven revolucionario no se supo más nada hasta el primero de enero de 1959 cuando las fuerzas rebeldes que ocuparon el edificio del siniestro Buró de Investigaciones en el Vedado, encontraron en la pared de un calabozo donde estuvo recluido Oscar Antonio Lucero Moya escrita con sangre la frase: “Hoy 19 de mayo aún vivo”.

No se ha podido precisar la fecha en que fue asesinado este destacado combatiente, suponiéndose que fue posterior al 20 de mayo, tampoco se supo nunca el lugar donde fue arrojado su cadáver, tal vez en el fondo del océano como otros tantos. Pero lo que si se sabe es que Lucero murió sin delatar ningún compañero de luchas, ni denunciar ninguna de las actividades clandestinas que desarrollaba el Movimiento 26 de Julio en la capital.

Con la muerte de Oscar Antonio Lucero Moya la Revolución perdía en ese momento un luchador infatigable, compañero de luchas de Frank País en Santiago de Cuba, combatiente del 30 de noviembre, jefe de acción del Movimiento 26 de Julio en el central Miranda y después en Holguín, donde participó en los planes para ajusticiar al sanguinario coronel Fermín Cowley, autor de las Pascuas Sangrientas.

Al producirse ese atentando y debido a la brutal represión que se desató posteriormente, Lucero logró embarcarse hacia la Habana donde les fueron conferidas por el Movimiento 26 de Julio importantes acciones, como la de encabezar el comando que secuestró al célebre corredor de auto argentino, Juan Manuel Fangio.

A la muerte de Sergio González, El Curita, a mediados de marzo de 1958 Lucero fue designado jefe de acción y sabotaje en la capital del país, donde organizó la huelga del 9 de abril junto a Marcelo Salado, quien cayera en una de las acciones de ese día.

No obstante el fracaso de esa huelga, Oscar Antonio Lucero Moya se mantuvo trabajando incansablemente en la capital hasta su detención el 28 de abril de 1958.

Aunque no se conozca la fecha exacta de su asesinato, presumiblemente a finales de mayo de 1958, la patria lo recuerda todos los días como lo que fue: Un extraordinario combatiente por la justicia social de su pueblo.

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