Plaza de la revolución

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lunes, 6 de febrero de 2017

Centenaria santiaguera disfruta de su longevidad

Los índices de longevidad en Cuba son cada vez más altos. El cuidado y protección que brindan las familias a sus ancianos resulta decisivo para que abuelos centenarios tengan una vejez tranquila y segura.

Por Caridad Franco Vega

Santiago de Cuba, 6 feb.— Disfrutar de una larga vida se va haciendo cada día más frecuente en Cuba. No por ello deja de ser motivo de celebración cuando uno de miembros de la familia llega al siglo de existencia. Cien años cumplió Juana Ochoa Bringas, rodeada del afecto, las atenciones y el cuidado de hijos, (tuvo 7 pero solo están vivos tres) de 15 nietos, 18 tataranietos, y de sus vecinos.

Su hija Juana Ochoa, se encarga ahora del cuidado de su anciana madre, ella confiesa que le ha aportado mucho, y siente la dicha de tenerla a su lado. Recuerda que han pasado buenos y malos momentos pero reconoce que es un privilegio que esta viva y sabe que muchas familias quisieran tener a sus personas queridas por mucho años. Apunta que todos la cuidan con amor, con dedicación y gusto y a todos les ha tocado colaborar con un granito, aprovecha para agradecer a la doctora médico de familia que la atiende y a todos sus vecinos.

Janet Fonseca es una de los 15 nietos, afirma que Juana la crió desde los 7 meses, siempre fue una abuela cariñosa y consentidora. Todavía se mantiene dirigiendo la familia, decidiendo a la hora de la comida, crítica si la comida sale mal es exigente con sus horarios. A pesar de sus 100 años se mantiene clara, dice -Juana sintió mucho la muerte del Comandante Fidel Castro, tratamos de ocultárselo pero ella oye las noticias y lo supo. Es una mujer espectacular- concluye Janet y añade ojala la tuviéramos unos añitos más.

Lucida a sus cien años, Juana, aunque ha perdido la luz de sus ojos reconoce muy bien a su descendencia, entonces recuerda la energía con que crió a los hijos, los mimos que prodigó a los nietos y la dulzura que sigue regalado a todos. Cuando se ha hecho bien y sembrado cariño se recogen los frutos de una vida consagrada al amor filial.

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